CIRCULARIDAD
El niño hace swing a la pelota:
Esta viene, avanza y él escucha a la multitud; ve la pelota
Subir por los aires
Y perderse entre miles de manos
Que buscan atajarla
(Y las tribunas en sus ojos, y los cantos de guerra, y el griterío)
Da la vuelta al campo yermo, pisando
Unas piedras más grandes que el resto, unas que hacen de bases del juego
Recorre el campo solo, sin franela, en chancletas, levantando
El polvo en cada paso
Vuelve, toma el bate
Y sigue abanicando
Al calor del mediodía
En la calle del pueblo
Solo
Y
El lo sabe: nunca saldrá de ese campo.
PLAYBALL
Mickey Mantle jugó muchísimos años con una pierna mala, que debía tratarse
y amarrar como un perro sin educación ni disciplina. La Osteomielitis,
a pesar de la penicilina, duele siempre.
Fue operado de la rodilla seis veces en toda su carrera.
A pesar de la triple corona en el 56, perdió la competencia con Maris por el record de Ruth en el 61, gracias una vez más a su pierna mala y sus lesiones.
Murió hace pocos años.
Mis labores con estas sílabas llevan un principio de muerte desde que me acerqué hacia ellas.
Sufre la espalda, sufre la memoria en los insomnios que tanta locura traen. Me recuerdan que llevan veneno y que el palpar continuado, el frote de piel, de dedos contra teclado, también carcome los ánimos.
Uno sale al juego y se planta en el home, cada vez que le toque. Sólo eso nos queda con los años.
El bregaje. Apagar el laptop y mirar con ironía, en una esquina del cuarto, un guante raído, un bate mordisqueado de ratas.
Una barajita vieja de Mickey Mantle.
1918
Llegó en ferrocarril, la gripe española, la peste
Vino rodando desde los confines del mundo
El equipo apenas empezaba: se jugaba para ganar unas lochas,
Conseguir muchachas
El país, al fin dejó de estar en guerras, montoneras, levantamientos
Había tranvía: había una ciudad que se iba haciendo nueva: llegaron los gringos
Algunos ya venían de jugar afuera
Pero todo salió mal
Todos se murieron, parece
Les dieron 10 bolívares a los enterradores
Ese Magallanes había llegado muerto, decían
¿De qué los salvaron los dioses de esta tierra de nadie?, ¿de los grilletes?, ¿del exilio?
No los recordamos hoy en día
Eran solo unos muchachos
Y se murieron.
RETIRO DEL CAMPO
Enzo Hernández se retiró, a su farmacia, en El Tigre.
Jim Creighton tuvo una ruptura del brazo durante un swing y un tiempo después, murió en su casa. Su tumba puede visitarse en Brooklyn´s Greenwood Cementery.
Eddie Grant murió en 1918 en combate. Fue el primero de los peloteros en caer.
Babe Ruth murió sin saber qué lo mató.
Uno escribe también estas palabras, cifras, fechas, entendiendo que para algunos no tendrán importancia
Datos, estadísticas que no tendrán importancia
Para otros sí,
Pero solo desde la perplejidad del dolor.
LOS FANTASMAS
Es octubre. Pateo las hojas mientas regresamos a casa
Después del juego, en Ann Arbor,
Un día color hollín con aires de lluvia;
Pateo las hojas del arce,
Setenta matices de rojos, y amarillos
Como papel viejo; las hojas del álamo, pálidas y frágiles
Y las del olmo, estandartes de una raza vencida.
Donald Hall
¡Salve, oh grandes equipos olvidados!
¡Salve los días de gloria que conocieron en el tiempo, ya tan olvidados por los hombres!
Carmelitas de San Luis, Bravos de Milwaukee, Atléticos de Filadelfia, Atléticos de Kansas City:
¿Quién los recuerda ahora?
¿Algún viejo abuelo caminando en el otoño del norte?
¿El fanático nostálgico que colecciona álbumes de barajitas?
¿Dodgers de Brooklyn, por qué los recuerdo ahora?
Donald Hall, viejo poeta, ¿de qué sirve la memoria en estos casos?, ¿de qué sirve recordar las viejas glorias?
Son equipos que se fueron
Gritos de humo
Vemos la estela del bate al pasar, los uniformes sucios, el terreno sin limpiar
Nuestra es la casa de ellos: nuestra es la casa de sus estadios derrumbados
Ahí vivimos ahora, para extrañarlos en nombre de tantos
Estandartes de una raza vencida
Carne para nosotros
Los poetas