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Photo Credit: Suzi Sadler - Pan con Queso

Perro caliente, globalización y analfabetismo

Todavía no sabemos nada. A pesar de internet y globalización y de lo mucho que nos empeñemos en empaparnos de información seguimos siendo globalmente vírgenes. El mundo es grande y somos demasiados y en esa geografía llena de gente se asoman las oportunidades: nuevas culturas, nueva literatura, nuevo arte y nuevos sabores.

Así abre uno el facebook una mañana, mientras el frío del otoño se cuela por la ventana, y descubre que unos venezolanos, así como uno,  acaban de ser nombrados por el Village Voice como los creadores del mejor “Hot Dog” de New York. El perro caliente premiado se llama “Perro con Todo”, como le decimos nosotros los venezolanos a un perro caliente común al que se le pone un extra de cebolla, repollo, papitas fritas y queso.

Pero más allá de la salchicha y el pan, el anuncio viene con un sentimiento esperanzador que transciende el simple nacionalismo con el que no soy amigo y tiendo a mirar con desconfianza. Eso de vencer a los miles tarantines de “Hot Dogs” de New York, a la latina, en su propia casa, tiene un sentimiento de triunfo que es difícil de evadir.

Es lo que queremos todos. Los que escriben, vienen a esta ciudad con la intención de ser escritores, de vencer en inglés a los que lo escuchan desde que nacieron. Se despierta el escritor en la mañana y sale a la calle a buscar una frase desconocida para hacerla conocida. Atrapar un “So long” de esos con los que se despide la gente en esta ciudad y salpicarlo con un toque de realismo mágico o algún género más familiar, para producir un ser nuevo que no había existido, y que es parte de aca y parte de allá.

Entonces es difícil no sentirse entusiasmado cuando algún paisano le pasa por encima con un “Perro con Todo” a un “Hot Dog”. Es el juego de la inmigración en la que normalmente tenemos las de perder, y así sea un pedazo de perro caliente, además de cebolla, repollo y queso, viene con un toque de oportunidad que es lo que nos lleva a dar un salto suicida que vale la pena dar, porque de algo hay que morirse, por eso nos comemos el perro e inmigrados sin demasiado sentimiento de culpa.

Pero también entendemos que hay algo que mostrar, una nueva manera de hacer perros, o de tomar fotos, o de escribir, bailar o jugar beisbol. El “Perro con todo” es una metáfora perfecta de ese mundo globalizado en el que mi generación juega con economía, política y casi todo en contra. Es la prueba de que todavía no sabemos nada, pero no sólo nosotros no sabemos, sino que nadie sabe. Es esa oportunidad que aún puede descubrirse, o en el caso que ya se sepa, compartirse, teniendo en cuenta que estamos en un mundo que a pesar de un empeño voraz por la información sigue, de buena manera, analfabeta.

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