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willy wong
Photo Credits: Jana Markova ©

Perpetua

Qué emociones he sentido al verte en este verano, reina de divinidades; unos coloridos y danzantes sentimientos que seguramente perdurarán en el tiempo y en los rincones de mis dos corazones, en el del pecho y en el del centro de mi cuerpo. Porque al contemplarte tan elegantemente vestida y piadosamente ovacionada en la pampa de los Tiahuanaco, mi corazón rojo intensificó sus palpitares y mi estómago sus calamidades. Cuánta admiración me ha invadido al ver la pureza de tu falda de hilandera, doblada sutilmente por los altos vientos de Taquile y bañada respetuosamente por la sensualidad de los ojos de tu Whapuri. De tanto respeto que hasta el torero colonial y los toros enardecidos, se inclinan ante la imponencia de tus dieciocho polleras que se reconocen más allá de las nubes de la puna. Tu aire soberano, endulzado desde que cruzaste el Atlántico dejando huella en Las Canarias, no solo ha conquistado al altiplano –a sus regentes, herederos, esclavos y libertos–, sino también al patrimonio de la humanidad entera.

Señora de los fervores, eres la Diosa que engendró un solo Dios, la que remueves la devoción al compás de los morenos; al ritmo de esos foráneos que se mimetizaron con las minas, y a los que prometiste y devolviste la independencia. Mi eterna enamorada, vencedera indomable de una alborotada y atrevida diablada, lograste sorprender las pesadas cadenas de los climas agrestes, para luego unir los tiempos con candor y dar luz a los caporales. A los varones de canto imponente que desde el siglo pasado se suman a los fieles guardianes de tus tesoros, de tu belleza espiritual y manos sanadoras. Palmas inmaculadas que a la ficción convierten en realidad y que siguen defendiendo a las almas mestizas, aymaras y quechuas. Que continúan milagreando a los hijos de los andes, rebaño doblegado y victorioso al fin, que al sentir tu fuerza de madre invisible bailan con orfebrería excelsa para demostrarte así, con llanto y entrega, el amor incondicional hacia ti, mi Candelaria perpetua.


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