I
Mi tendencia natural es a la caída, como una cascada de agua que se asoma al
vacío y es arrojada por la montaña hacia su destino, soy agua que cae en agua,
un pozo profundo lleno de sí misma al que me arrojo sin descanso, soy el
encuentro de corrientes de aguas, de turbulentos arrebatos de furia que ahogan lo
que se atreva a saltar conmigo.
Pero ahí va, una pequeña niña que asciende entre las aguas, escalando la
montaña que se viste de agua.
II
Me distraigo en la pantalla, ojo del mundo, miro superficialmente frases que
quedan inconclusas en mi mente, y me olvido por un minuto de los frijoles que
acabaron de hervir a fuego lento en mi cocina.
Después abro la hoja virtual en blanco y viven de nuevo a través de las palabras
las burbujas que aparecieron lentamente en el caldo marrón que sabía a sal, a
plátano y a zanahoria.
El fuego funde todos los sabores, los hace por su acción unificadora un solo
sabor, consumado gracias a la intervención de cada alimento, pienso que si la
pantalla es el ojo del mundo, un plato es un universo.
Dicen que el amor es el ingrediente principal de las comidas, pero yo misma soy
totalmente amarga como una aceituna, no he de decir lo mismo de mis platos que
con modestia creo son de agrado al gusto y al olfato.
No estoy segura de que el amor sea un ingrediente que uno arroja al fuego
totalmente consciente.
III
Amo de las plantas la perfecta sincronía entre vida incontenible e infinito silencio.