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Patricia Lara

Patricia Lara: lo único que une a las víctimas es el dolor

NUEVA YORK: “Frente a la violencia hay quien reacciona con el odio y quien, como yo, trata de entender” con estas palabras Patricia Lara resume una vida dedicada a buscar respuestas, a mirar tras lo obvio, a escudriñar para descubrir los claroscuros de una realidad dolorosa y compleja como es la de Colombia. Patricia Lara, periodista y escritora, se ha acercado a víctimas y victimarios de un conflicto cuyas raíces ahondan en la historia de un país que no conoce la palabra paz aunque todos la añoren.

“En el siglo XIX, sin contar la guerra de independencia, hubo una revolución conservadora y cinco guerras. A comienzos del siglo XX los conservadores mantienen el poder durante casi 40 años hasta las presidenciales en las cuales resultó electo Enrique Oyala. El estrecho margen de su victoria generó la reacción de los liberales y se echaron las primeras semillas de la violencia que explotó en el 46 bajo la presidencia de Mariano Ospina. La rabia fue ‘in crescendo’ y el asesinado de Gaitán, líder carismático quien un mes antes había pronunciado su famosa oración para la paz frente a una multitud en absoluto silencio, la desbordó”.

Patricia Lara, en el Instituto de Estudios Latinoamericanos y del Caribe de Columbia University, frente a un público en su mayoría colombiano y joven, trata de explicar la compleja situación colombiana, el proceso de paz que está llevando a cabo el Presidente Santos y los peligros que acechan un desenlace positivo. En estos días, a pesar de estar tan cerca de su conclusión, las conversaciones fueron interrumpidas a causa del secuestro del general Alzate.

Lara sabe que no se puede entender la situación actual sin conocer, cuanto menos a grandes rasgos, la historia del país y entender los hechos en los cuales radican odios y resentimientos.

“El incendio que se prende a raíz de la muerte de Gaitán es fruto del odio que se dedicaban a regar en partes iguales los jefes conservadores y los liberales. Era una época en la cual la policía del gobierno conservador le quitaba la tierra a los campesinos y les violaba las mujeres: dos atropellos que están a la base de la expansión de la violencia en Colombia. En el 53, bajo la presidencia de Laureano Gómez quien había quedado apartado de su cargo por problemas de salud y había sido sustituido por Roberto Urdaneta, el general Rojas Pinilla da un golpe de estado apoyado por liberales y conservadores”.

Como ejemplo de la compleja y enredada situación colombiana Patricia Lara recuerda que, siendo muy pequeña, ella bailó, antes, con la música que celebraba el golpe de Rojas Pinilla y, tres años después, con la que festejaba su caída.

“Liberales y conservadores firmaron el Pacto de Benidorm en el cual sellaron la alternancia a la Presidencia y la división de todos los puesto públicos, entre los dos partidos. Eso significó la exclusión de una gran parte de la población”.

Patricia Lara sigue explicando los hechos históricos y lo que sobresale es el constante camino hacia la paz que, cual tela de Penélope, se hace y deshace sin nunca llegar a concretarse. Habla de las causas que han generado el nacimiento de las FARC en 1964, grupo rebelde que reúne a comunistas, guerrilleros y liberales. Cuenta la historia de Tirofijo legendario jefe de las FARC quien llega a la protesta armada después que le matan las gallinas. Lara explica también cómo y por qué nacen los otros grupos guerrilleros, el ELN y el EPL. Y más tarde el M19 que surge a raíz del descontento que deja la elección del Presidente Pastrana, elección sobre la cual se alarga la sombra de un posible fraude.

Jaime Baterman Cayon, ex secretario político de Tirofijo, persona brillantísima, será el líder de este nuevo Movimiento 19 de abril. Su teoría es que la guerra tenía que resolverse en cinco años con una victoria o una derrota.

“El M19 se acercó al pueblo, hacía operativos con los cuales se ganaba el corazón de las personas, por ejemplo robar un camión de leche para repartirlo entre los pobres. Uno de los actos que nosotros consideramos terrible pero que tuvo gran apoyo popular, fue el juicio y asesinato del líder sindical José Raquel Mercado, para muchos un traidor. Otra acción que tuvo mucha repercusión en los medios y estuvo a la base de una terrible represión, fue el robo de armas del Ejército que perpetuaron los guerrilleros del M19 un 31 de diciembre. Habían cavado durante dos meses un túnel que llegaba directamente al depósito de armas, la zona más resguardada del Ejército. La represión fue tan cruenta que muchas personas, sintiéndose amenazadas, decidieron exilarse o ingresaron en las FARC. Bastaba con tener el libro El Túnel de Sábato para ser considerado un subversivo y ser bárbaramente torturado. Ha pasado a muchos de mis amigos intelectuales”.

Patricia Lara sigue en su narración de los hechos que han dejado estelas de sangre, odio y dolor en Colombia hasta llegar a nuestros días.

Nuevamente, y muchos indican que podría ser la última oportunidad, un Presidente colombiano está negociando la paz con las fuerzas revolucionarias de las FARC. Todo parecía encaminado favorablemente hasta que en días pasados un grupo de guerrilleros ha secuestrado al general Rubén Darío Alzate y otras dos personas.

“El camino hacia la paz es complejo y difícil. En estos 60 años de guerra han muerto más de 700mil personas y casi 300mil están desaparecidas. El número de las víctimas ha llegado a los 7millones. Son cifras escalofriantes. El secuestro del general Alzate ha creado el primer impasse serio en este último proceso de paz. Lo interrumpió, aunque en los acuerdos iniciales se había decidido que, pasara lo que pasara, el proceso de paz seguiría adelante. Pero Santos no tuvo otra opción a causa de la polarización de la opinión pública. El ex Presidente Uribe se ha dedicado de una manera tan atroz a bombardear las conversaciones de paz que yo diría que para Santos es más difícil manejar el conflicto con Uribe que el de las FARC. Sería estupendo que los dos presidentes se pusieran de acuerdo y trabajaran juntos para el país pero ese parece ser un sueño imposible. Uribe está dominado por un ego herido, no tolera que Santos no haya querido ser su títere  y menos que pueda llegar a un acuerdo de paz que él mismo buscó sin lograrlo”.

Volviendo al problema actual y al impasse causado por el secuestro del General Alzate Patricia Lara pone de relieve la falta de claridad en la actitud de este general quien se internó en una de las zonas más peligrosas vestido de civil y sin tomar ninguna medida de seguridad.

“La falta de comunicación entre los distintos campamentos guerrilleros y la oportunidad de tener como rehén a un general tan importante podrían estar a la base del secuestro. Si por cualquier razón el rehén llegara a morir eso podría significar la interrupción del proceso de paz. Un verdadero desastre porque ya se ha llegado a un acuerdo para la mayoría de los puntos en discusión”.

Patricia Lara enuncia los distintos aspectos que están analizando los delegados de ambas partes en Cuba.

“El primer punto es el agrario. Se acordó: crear un banco de tierras para que queden registradas y los propietarios paguen los impuestos correspondientes; formalizar los títulos de propiedad de los campesinos; realizar programas ambiciosos de infraestructura y desarrollo rural para garantizar salud y educación a los que viven en el campo. Cualquier presidente sensato hubiera tenido que hacer esta reforma agraria. Hoy representa un desafío enorme y el miedo es que el estado colombiano, a causa de su engorrosa burocracia, no logre mantener sus promesas y que de aquí a 30 años vuelva a resurgir la violencia.El segundo punto es el político. Las FARC se comprometieron a renunciar a tomar el poder con las armas y a propiciar una apertura democrática que permita la participación en política de los que hasta ahora no han tenido la posibilidad de hacerlo. Piden la creación de unas circunscripciones de paz en las cuales la fuerza pública les garantice la incolumidad. El tercero se refiere al narcotráfico y también se ha llegado a un acuerdo. Los guerrilleros se comprometieron a erradicar manualmente los cultivos en sus zonas de influencia. Las FARC no narcotrafican sino que cobran un impuesto sobre el gramaje y protegen a los cultivadores para financiarse. También se comprometieron a desminar el territorio algo sumamente importante para Colombia. El tema de las víctimas también ha ido adelantando mucho. Las FARC aceptaron que han causado víctimas y cuatro delegaciones de víctimas han viajado a Cuba para llevar su testimonio”.

La periodista Lara puntualiza que en Colombia no hay solamente víctimas de las FARC sino también del ELN, de los paramilitares y del gobierno.

“En muchos casos una misma persona ha sido víctima de unos y de otros. Lo que une a las víctimas es el sufrimiento”.

Los otros puntos en discusión, quizás los más difíciles, son el de la justicia y el acto conclusivo del conflicto, es decir la entrega de las armas.

“El tema jurídico es muy complicado. Convencer a la opinión pública liderada por Uribe que los guerrilleros no van a pagar cárcel es difícil pero por otro lado el único camino posible es el de la amnistía porque nadie va a salir de la guerrilla para ir a una cárcel. El punto del fin del conflicto es más técnico y también en este caso habrá que buscar una salida inteligente para evitar la vergüenza de la entrega de las armas”.

Patricia Lara sigue hablando con una pasión que no ha conocido el desgaste del tiempo. Tenía 14 años cuando se enfrentó con el primer secuestro de un familiar, un tío.  “Crecí a la sombra de mi padre buscando a su hermano desaparecido”. En el 82 secuestraron a una prima hermana, una mujer joven que había estudiado ciencias políticas y hacía trabajo social. Unas semanas después encontraron su cadáver acribillado con más de treinta tiros. Dejó a tres niños pequeños. Luego secuestraron a otro tío de parte de madre y a otra prima.

Para superar el dolor, la rabia, el miedo de unas experiencias tan duras Patricia se ha dedicado a conocer y relatar las verdades de esta guerra.

Sus escritos, sus conferencias, ponen de manifiesto la irracionalidad de un conflicto en el cual no hay buenos y malos sino sencillamente personas comunes, con sus heridas a cuesta y sus conflictos personales.

“La gran mayoría de los jóvenes que se alistan en las filas de las FARC son muchachos que huyen de la violencia familiar. Es el tema de mi primera novela ‘Amor enemigo’”. 

Descubre el lado humano hasta en los más feroces asesinos.

“Cuando era miembro de la comisión facilitadora del proceso de paz que Uribe intentó llevar adelante con los guerrilleros del ELN, fui a visitar a la cárcel a Felipe Torres y Francisco Galán jefes del ELN. En la cama de Torres vi un peluche y cuando le pregunté qué hacía un peluche en su cama me dijo que era para la nieta quien los sábados iba a saludarlo. Ese señor era un asesino pero también era un abuelo”.

Ahonda en una realidad que no es posible dividir entre blanco y negro porque la cantidad de grises es abrumadora. Sabe que este proceso de paz tiene enemigos poderosos. Sabe también que si se logra firmar la paz se necesitará tiempo para curar las heridas y habrá que recorrer un camino igualmente arduo para solucionar las asimetrías regionales y la exclusión de gran parte de la población. Pero, a pesar de eso, está consciente de la necesidad de un esfuerzo colectivo para superar todos los obstáculos y poner seriamente fin a un conflicto que sofoca a Colombia y la deja atrapada bajo un manto de sangre.

Patricia escribió el libro “Las mujeres en la guerra” con el cual obtuvo el Premio Planeta. Las mujeres son sin duda las grande víctimas de este conflicto. Más del 40 por ciento de los hogares tienen como jefe de familia a una mujer y en general las mujeres son más dadas al diálogo y a la comprensión. Sin embargo la presencia de las mujeres en este proceso de paz no es tan fuerte como merecería.

– ¿Por qué?

– El punto es que la guerra la hacen los hombres. Las mujeres no estamos hechas para la guerra pero la sufrimos mucho porque somos las que lloramos a los muertos y las que cargamos con los desplazamientos. Sin embargo también las mujeres somos culpables y cómplices de esta guerra. Somos las que patrocinamos la violencia en nuestros hombres. Si tuviéramos el valor de organizar como Lisístrata una huelga para obligar a nuestros hombres a alejarse de las armas, si evitáramos de dar apoyo y aprobación a nuestros hijos, otro sería el cantar. Recuerdo que en la época álgida de Pablo Escobar y del sicariato, los sicarios le pedían la bendición a sus mamás y se iban a matar. La madre se hacia la que no sabía y después, cuando el hijo volvía con el dinero, se lo echaba al bolsillo. Las viudas, las esposas, las madres deberíamos ser mucho mas beligerantes en no tolerar en nuestros hombres la violencia.

Una vez más Patricia evidencia los claroscuros de un conflicto en el cual todos al mismo tiempo son víctimas y culpables. Sólo en la medida en que se reconozca este concepto será posible llegar a una paz verdadera y sostenida. Sin paz nunca habrá país.

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