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Pasajeros en correspondencia: Día II – Maubert-Mutualité

Aide-mémoire
Canción: La Vie en Rose de Edith Piaf
Novela: Caminar enamorado por París es suficiente pieza literaria.

PARÍS: París supuestamente es la ciudad del amor. Por lo menos en un tramo de cada vagón del metro hay aproximadamente dos parejas de las cuales cada persona que forma parte del binomio, va sosteniendo una conversación con su dupla en la que pueden o no tomarse de las manos, pero uno normalmente sabe que son pareja por la distancia que hay entre si, que normalmente no alcanza los tres centímetros. Si cada vagón tiene seis tramos, y la estadística se repite en cada vagón del metro, estaríamos hablando de doce parejas por viaje. Esto sin incluir a los que se bajan y a los que suben. Dejémoslo en una media de diez parejas por vagón.

Esas diez parejas que van en el metro y de las que cualquier transeúnte puede darse cuenta de que existe, serían si acaso el 1% de las parejas de París. Normalmente estas van a pie caminando por las zonas turísticas o más románticas de la ciudad; llámese puentes sobre el Sena, catedrales, la torre Eiffel, paseos por el río, paseos en los buses de reconocimiento de la ciudad, taxis, restaurantes, muelles, casas, hoteles, apartamentos rentados, autobuses de la línea del RAPT (que es la línea del transporte público en París), etcétera.

Como aquí sólo interesa hablar de ese 1% que se traslada en tren, hay una serie de recomendaciones generales que pudieran servir si usted viene a París, y forma parte de esa quimérica muestra de la estadística y que además quisiera tener la historia de la pareja más envidiable de esta ciudad. O al menos del grupo de parejas que pertenecen al porcentaje antes mencionado.

Recomendaciones generales:

1. No se bese en el metro. Esos besos se olvidan y son reemplazados por cualquier otro en un lugar que por lo menos tenga una clave dentro de la memoria. Utilice monumentos, lugares con cifras, o por lo menos con un paisaje que se pueda recordar. Las cavidades de un subterráneo solo las reconocen los artistas callejeros o quizás los ratones de París.

2. En las horas pico, abrace a su pareja en el metro. Además de desarrollar el sentido del cariñismo (palabra que no existe bajo ningún término de la lengua castellana), ocupará poco espacio y también le hará un favor a los parisinos, que van saliendo del trabajo, con un par de bolsas de mercado y probablemente con un humor poco simpático.

3. Hable en voz baja. No solo porque resulta sugerente y excitante que usted le susurre al oído a su pareja, sino que la señora que va en el puesto de la lado, no le reclamará porque su tono de voz no le deja concretar la lectura de la misma línea que esta leyendo desde que se montó en el vagón.

4. Si los músicos de ocasión que se montan en su vagón comienzan a tocar su mejor versión de La Vie en Rose de la desaparecida Edith Piaf, por favor, déjele propina. No muchos van con su pareja a un lado, en el metro de París,  y escuchan de fondo la canción más versionada en cualquier escena de amor hollywoodense o independiente.

5. Si usted quiere un beso memorable en la ciudad de París, bájese en la estación Maubert-Mutualité de la línea 10. Piérdase. Camine y deje que la catedral de Notre-Dame le sorprenda. Si toma el camino contrario y los anuncios de la calle dicen “Austerlitz”, siga por la izquierda y llegue al Instituto del Mundo Árabe. Échele la culpa a los norafricanos. Baje al jardín Tino-Rossi, que tiene la mejor vista en primer plano del río Sena. Pierda la vergüenza en cualquier stage de Tango. Mire a los ojos. Diga lo que siente. Cierre los ojos. Aparecerán primeros besos. Segundos. Terceros. Últimos en el peor de los casos. Usted terminará entendiendo por qué esta ciudad no debe caminarse sino con alguien tomado de la mano.

Advertencia: Si es usted quien besa, no tenga miedo de gustarle mucho a la otra persona. Si es usted quien es besado, no tenga miedo de que le guste mucho la otra persona. Ambas cosas sucederán.

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