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Sergio Marentes
viceversa new york

Un pájaro cantando mana y desemboca a la vez

El universo sigue expandiéndose y, de manera inversamente proporcional, la mentalidad de algunos compañeros de especie lo hace como si buscara desaparecer de la faz de la tierra, casi como si su objetivo principal en la vida fuera el de, al llegar al final, a la luz después del túnel, crear un agujero negro imposible de decodificar por nuestros sentidos y por todas las herramientas conocidas por la humanidad, a excepción de Borges. Así, palabras más, palabras menos, resume el autor del libro que leo, a la humanidad del futuro, de su futuro, que es nuestro presente, si no es que fue nuestro pasado y nadie tuvo la suerte de saberlo. Y como soy un lector entrenado y con licencia para imaginar, a medida que él narra desde el pasado, yo, en su futuro, mi presente, creo imágenes en mi cabeza que se convierten en una especie de historieta que, luego de terminar de ser encuadradas, van a parar a un estante perdido en el laberinto imposible que es la memoria de alguien que sospecha y lee a la vez.

A propósito de esto, esforzarse por recordar algo se parece a eso. Y a lo otro. Se parece a encontrar una historieta perdida en una biblioteca tan desordenada como el caos mismo y también a viajar hacia un punto inexistente para crearlo y luego destruirnos tras dar el último paso. Lo digo porque estoy intentando recordar, a medida que escribo esto, de dónde vino ese libro del que hablo. Y a medida que encuentro trastos viejos por el camino, ropa que hace mucho no usaba, familiares y conocidos que ya no quería que lo fueran, vergüenzas, mentiras, desengaños, faltas de respeto propio y hasta una caricia que creía que no había recibido, veo cómo todo se torna de un color parecido a la oscuridad perpetua del fin del universo y se torna más ingrávido cada vez.

Sólo me queda una cosa por saber. Pero no lo sabré escribiendo, sólo leyendo. Con permiso.


Photo Credits: Robert Agthe

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