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Arturo Serna
Photo Credits: Simon Bonaventure ©

Optimismo y pesimismo

El personaje de la novela de Voltaire, Zadig, es acusado y convertido en esclavo en Arabia. Su amo, Setoc, decide emprender un viaje por el desierto.

Durante el viaje, Setoc piensa mucho más en el criado que en sí mismo porque el esclavo carga mejor los camellos, y todas las pequeñas atenciones son para él.

Un camello muere a dos jornadas del Hareb, y su cargo se reparte entre los servidores; Zadig tiene su parte. Setoc se echa a reír al ver que todos sus esclavos andan encorvados. Zadig se toma la libertad de explicarle la razón y le enseña las leyes del equilibrio. El mercader, asombrado, empieza a mirarle con otros ojos. Lo respeta por su condición de esclavo racional: “Setoc le dio la preferencia sobre su camarada, al que tanto había apreciado.”

Voltaire quiere enseñarnos: ante las pésimas circunstancias que atraviesa Zadig, la razón, el conocimiento, le brindan un posible lenitivo. Sin embargo, en Cándido se burla del optimista Leibniz. Entiende que éste no puede ser “el mejor de los mundos posibles”. La heterogeneidad de destinos de los seres humanos, la diversa atrocidad en las acciones humanas, niega el concepto de Leibniz. Los hechos de la historia expresan una clara refutación del optimismo.

A su vez, el propio Voltaire piensa que Zadig puede moderar el destino cruel gracias al uso de la razón. La sabiduría se impone y permite una esperanza. En el futuro, el universo puede ser favorable. Según esta creencia, Voltaire es un optimista moderado.

Con respecto a los hechos, Voltaire es pesimista. Piensa que las acciones de los hombres insisten en la miseria, en la destrucción, en el egoísmo. En otro sentido, es un optimista. Como todos los hombres de su época, Voltaire confía en la razón para enfrentar las miserias humanas. El conocimiento tiene un trono. Cree que el saber puede modificar paulatinamente la miseria y que en el futuro la sociedad estará mejor.

En ambos puntos de vista, Voltaire está guiado menos por la razón que por el sentimiento. El optimismo y el pesimismo son una consecuencia de un estado sentimental. Dependen de una creencia y no de una explicación lógica. Son el producto de una curiosa toma de posición previa al desarrollo conceptual. A pesar suyo, Voltaire es un sentimental.


Photo Credits: Simon Bonaventure ©

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