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daniel campos
Photo by: Zabara Alexander ©

Ondas de gratitud

El sol salió e iluminó la piscina mientras nadaba los últimos quinientos metros de este año lectivo.

Había sido un día lluvioso y gris que daba aires de melancolía al campus de Brooklyn College, ya sin estudiantes. Cuando fui a nadar a las cinco de la tarde, después de terminar en mi oficina el trabajo necesario para ausentarme durante el verano, el cielo permanecía nublado. Con la piscina en penumbra nadé los primeros mil quinientos metros.

Pero cuando ya entraba en el ritmo final del entrenamiento, se abrieron las nubes hacia el poniente y la maravillosa luz del sol iluminó el agua. Se reflejaba según los patrones de las ondas y las burbujas en el agua. Nadé mis últimas veinte piscinas del año con deleite. Dejé mis vibras de alivio en el agua.

Del campus me fui a Prospect Park y lo atravesé caminando por última vez en este ciclo. No había brisa. Me detuve junto al lago. Éste estaba sereno y liso como un espejo. Bajo el cielo celeste pálido, su superficie presentaba un tono verde mate y reflejaba los árboles de sus orillas.

En silencio medité mis oraciones de agradecimiento por las bendiciones del año y las amistades intelectuales y afectivas que lo enriquecieron. En el agua dejé ondas de gratitud.


Photo by: Zabara Alexander ©

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