Escribe Marco Aurelio: “Un instante más, y habrás olvidado todo; otro, y todos te habrán olvidado”. No me preocupa tanto el olvido de los contemporáneos como el olvido posterior a mi muerte. Creo que la filosofía es una lucha vana y empecinada contra el olvido. Nada de lo que hagamos va a demoler la desaparición de nuestro nombre. ¿Para qué, entonces, la existencia? Este es el mayor enigma. La vida es un instante fugaz en la historia del universo. Incluso para tu familia, tu nombre brilla mientras dura y después soporta unos años y pronto, muy pronto, es tragado por el pozo imparable del olvido. Salvo Quevedo, salvo Nietzsche y Platón, salvo Shakespeare y Dante, ¿quiénes resisten este destino?
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