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Reynaldo Jimenez

“Olla de grillos” selección de poemas

Los magmas

Llenos de secretos
los magmas avanzan

(acaba uno por salirse
del infrángel)

Brisas nos deparen
nos despiensen

(roce de las almas
entrelanzadas)

*

Lima la herible

Que veas el viento ovular tras la muralla
que amamantan tus fianzas en el miraje
que suculento curten los semilleros trizados
que la mano del viento hace virar, hace

temblor de tus harapos mediando el rapto
de los deslices huríes de la ventanatrampa
al asomar tapadas daguerrotípicas y no verlas,
y ya lo ves, oh bestia en un lobato santiamén

al mero ver sin otro arrebato que el oscuro
témpano de oro a la deriva del sentimiento
que tiempo hace hace tiempo, rengo del goce,
correcorre que te agarra el tímpano si acaso.

*

La cruda

Disipa la nebulosa madrugando una sarta de pincelajes
y erosiona la capital de Bruma, brama la pútrida
petrificando la sangre, por donde ocurre una cosa
que no la pantomima sacude sino el desvelo, unísona
desnudez que se acicala ante la parca restauradora
de su apetito.

La fibra óptica del sucedáneo despierta con la mordaza
puesta. Son primaveras acumulándose en la bolsa,
durante la frágil danza crecen impalpables fortalezas
hasta apasionarse con la escultura de carne que se anima
a la apariencia y sale entre los vivos a trasuntar
esas veredas del cortejo de janos con ganas.

No sin embargo escucho la razón de ser de estos potreros,
estos descabezados tales a la palestra ilustre de los plintos,
sacabocados que quitan del medio la sabiola, la cual rueda
escala a escala hasta la casita de muñecas de la paraca,
pulpa de inquina cambiante como en el pálpito
de alguna fiebre entre el tramonto.

Sale entonces quien mezclara distancias a un pasaje
de rápidos y tecnos, como en la melodía de arrastre
con la que pastan las cosas, sacos, aspas, napa de ascos
y la náusea sorprendentemente dulce allá en el fondo.
De haber abismo cierto en esta hoja cunde
o hace cundir la nervadura duración.

Los causales bichos se harían las preguntas
residuales, mientras la fuga de la sed encendería
la inminencia ciega sorda nunca muda del monito
jugado monitor o biombesco de lo más feraz,
de lo más veloz, hay que insistir, de lo más
neutroglodita. Que bosteza, por supuesto, y hace un daño

liminar de lumínica apretura, disimula hueso
lo que pellejo cooculta, para volver a la pálida
escultura, cultivo del daimón con su chaleco
de portátil, su misa en escena parva de lirios y
espinares muy bien guardados en la impalma
de lámina de oro de supuesta paciencia.

Luego se arrancan las cosas a su espectro.
Se mastica lo mordisqueado a rastras del eco
continuo a la zaga del rito que desmembra.
Junto a la membranofilia total asoma el cricher,
su desmelenar la luz difusa estruja
el ánima, que se echa a rodar con la perrada.

¿Pero no es figura esquiva
asunto de mordaz eterna, de una
acaso rabia, simultánea, que echa espuma
entre las patas odoríferamente fáunicas de la tarde
moderna evaporando? Signo de sí, gnosis del sino,

chi lo sà! Rasco la penetrante fábula gomosa,
inmaculada rocío de los piensos, pero quién
me creo me creara, estará en la cara de piedra
de las raras mandíbulas que sin hesitar estiran,
burlescas, casi escapadas del siempre y del aún.

*

Profusos y distraídos

a
Nos veremos en Carbono Catorce del Real
Con enterito de mónada nos vestiremos
Diremos el plural fue corte y confección
El panorama anormaromáticamente
El Sin Peso ajeno este bigote atusará
Nos oleremos de tan cerco que ni estrechos
Ni cuaderno de florales rigores
Ni entrepierna sempiterna
Del crujir internando al insecto aquí presente

b
Nos sabremos la deshuesada memoria melodía
Con la contención de ultrazules ecos dentro del negro
A través de la muralla joyesca de ojos orejas agujeros
Por donde secuestrarse a la razón de melodía
En laberinto pulsátil daría igual la tal
Diferencia semejante hacia las partes paranatales
Encuentro al ras de usura con las auras
Difusas hojas de amorfo nombre distraídas

*

No sé tu sino

No sé tu sexo sino el desliz
Sino perdidizo no sé tu eco
Si no es tu eco será el rocío

El ocio minucioso del minúsculo
trastorno intercambiar en carne
propia la pulpa recién despierta

Postrimerías de la jugosa noche
Pronto albor no abolirás la máquina
de filtrar este parloteo de gotas

Ser el gotero el recipiente pendiente
de tu lóbulo ola del ardor la bocamaga
No sé mirarte ni confiarte estas secretas

Adonde cicatrizan dibujos más que ajustar
Dama de lotos del códice pasajero me inclino
en la veranda del vermut donde se junan lobos

Sin espaldas en lodo cada recodo de bobera triza
el ocular globo oculta ahúma suma confitura al recoveco
Cada eco que inclínase hace nacer al abismo

Transparencia don de la estrella
Al remontar a Venus por el lomo
Pendiente de tu hombro de cruda

*

Traductor

a
La transparencia del estrato.
Deja que suceda. Deja que duela.

Oh inflorescencia del junar,
la perpetua cacatúa te apronta

y de punta los velos dispone,
a punto de lugar fugaz.

Los guijarros lunares. Maquinar,
máscara de atormentarse maravilla.

La luciérnaga áurea, prismática,
traslúcida minera de esa gotícula

en su prisión primera de palabras,
párpado gótico de diosajes

que jamás escuchan o no atienden
todavía. Y cuando llamas mucho más.

b
La cuarta persona ni plural ni singular
se atenía a las consecuencias de una putrescencia

u omniforma: astro en amnios y sin centro,
con la misma comisura de pregunta hacia la boca

presunta del desmadre
en desarmaderos del silencio. Llevaba

por destino cierta cola y en cuatro
en su pura ley de disolvencia, se le mezclaron

las edades con las metas y a punto del desafuero
se encontraron consigo las demás personas. “Me

volvería margen a imagen de su neta
energía si emergiera, mera, todavía…”

c
La espesura natal se desbroza
en una algarazara de alborotos

que rasgan el vestido de luces
bajo el apronte del Ápeiron,

con los hormigueantes
montículos del minuto.

Plus ultra de los bichos
que supimos hacernos

consagrar, tatuajes del filo
reúnen tal deseo con su muesca,

a medida que desmadran impelidos
de furor los sanguíneos velocísimos,

infusos en supina podre,
los élitros en modo fasma,

a través del aún caliente movimiento
que nos junta de cuajo en el diamante

recién escapado larva de su abertura. Y
acuso recibo todavía del escarpe despiadado.

*

Entrevista realizada a través del correo electrónico: en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Reynaldo Jiménez y Rolando Revagliatti, mayo 2018.

www.revagliatti.com

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