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Fabian Soberon viceversa magazine
Photo by: Jimmy Baikovicius ©

Olivier

Al día siguiente, con los pájaros y los aviones que sobrevuelan el Delta, Olivier piensa en las caídas invisibles y en los fracasos insospechados. Olivier atiende un mate y calienta en el horno un pedazo de pan. El olor a harina tostada es lo mejor que ocurre a esa hora en el Delta.

Olivier le cuenta a Darío que Walsh tuvo dos casas en la zona. Darío escucha atento. El río y el miedo aún lo tienen amordazado.

A la hora señalada, suben a la lancha. Todo se mueve. Por enésima vez, Darío siente que el agua no es su territorio. Olivier ya lo sabe. Sus aletas de marino perciben en el aire, como un perro entrenado, el sinsabor del desencanto.

La lancha se queda en la amarra Hugo del Carril.

Cruzan a la zona de la terminal de trenes.

En un bar pegado a la estación, con el sol de otoño en la cara, Olivier comenta extasiado que Sarmiento viajó como un loco y que ha encontrado una cita perdida en un cuaderno de notas. Ese mínimo hallazgo le ahorra la revisión fatigosa de los veintitrés volúmenes de las obras completas.

Darío imagina los libros apilados. La montaña de libros ocupa una mesa ancha. Olivier pide una cerveza y recuerda los estertores del ayer: la última mudanza desde el agua salada al agua dulce, el acarreo lento de los libros de su biblioteca, las tardes de lluvia, el líquido que inunda todo. Las imágenes pueblan la comida y, entre el murmullo de la calle y los chirridos de la barra, Olivier desgrana un viaje de Sarmiento al sur, cuando su barco tuvo problemas y tuvieron que quedarse un día en una isla desconocida.

Olivier enumera los pormenores del naufragio. Un haiku serpentea en la ventana llena de luz.

Lejos, en el lecho del río, yace un secreto, dice Olivier. Los barcos rozan el fondo y no tocan el enigma.

No hay razón para que Darío no recuerde la liga de buzos que existe en la Patagonia. Vuelve en su mente sobre la idea endogámica que envuelve a los habitantes del mar.

Olivier se ríe. Parece distendido. Pero en ese ajetreo, todo cambia de tono. Alguien llama por teléfono. Le piden que vuelva pronto, una chica se ha caído en un rincón del Delta y necesitan ayuda para rescatarla.

Darío piensa en Sarmiento: baja del barco y saluda a los únicos habitantes de la isla. No está solo. Sin embargo, actúa como si lo estuviera. Habla con uno de los ermitaños. Darío le tiene envidia. Hubiera querido perderse en esa isla y abandonar el mundo.

Estima que a Olivier le ocurre lo mismo. Eso sí, Olivier está a tiempo.


Photo by: Jimmy Baikovicius ©

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