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Alexander Dluzalt

Occupy

Proyecto occupy
La Saliva Galería. Positos 67, Guanajuato Centro.

RECETA PARA HORNEAR “O. Q.“ PAY
DLUZALT. 2018.

– 2 DONAS DE CHOCOLATE
– AZAR
– ESPACIO (PREFERENTEMENTE UNA GALERÍA DE ARTE)
– 30 KILOS DE GRAVA
– AZAR
– 1 RATA DE CAMPO
– 5 CHILES VERDES
– LUZ
– 10 SELLOS DE CLAUSURA
– SAZONADORES

UNA TODO LO ANTERIOR CON EL AZAR Y CON LO QUE APAREZCA DADO EL AZAR.
MÉZCLELO DENTRO DE SU ESPACIO. DIGA QUE ES ARTE. DIGA QUE NO ES ARTE.
OCUPE ESE ESPACIO Y DECÓRELO AL GUSTO.

“Occupy es un proyecto que surge del azar y de dejarse llevar por éste. Ocupar el espacio para liberarlo. Hablar en y desde la galería; en y desde Guanajuato; hacia fuera; hacia la calle. Se tituló en inglés para el público extranjero, sector muy amplio en la zona para quienes se traducían todos los textos.”, describe Alexander Dluzalt, un artista que tras pasar varios meses viviendo en Guanajuato, y experimentando con el mecanismo cultural que rige la ciudad, quiso intervenir esa realidad para cuestionar los diferentes roles de las entidades que participan de la cultura local.

Por lo que en lugar de cerrar la galería La Saliva, como se pretendía hacer en el mes de enero como periodo vacacional, Alexander gestionó el espacio y generó un programa que consistía en una serie de 10 exposiciones en una duración maratoniana de 20 días, inspiradas en los “Diez días que cambiaron a Eisenstein en Guanajuato” y que estarían conformadas por piezas vivenciales (atmósferas) y expectables (colgaduría -como lo denomina- de piezas físicas).

 

 

El proyecto comenzó con recuerdos y experiencias de otros (I), de los artistas Diego Rivera, Serguei Eisenstein y Peter Greenaway que habitaron en Guanajuato anteriormente; fue una exposición de dibujos distribuidos en el espacio que generaban conexiones entre las aficiones y vivencias de los artistas. Para el segundo evento, vació la galería y la cubrió enteramente con plástico, tratando de desvincular temporalmente este espacio de Guanajuato y desproveerlo de sus funciones básicas (II).

 

 

Regresó para el siguiente evento, esta vez presentando sus propios recuerdos de su estancia en la capital de Guanajuato, mostrados en forma de colección de rarezas personales y objetos robados que comenzó a cuestionar, a juzgar y a exponer (III). Llegó el punto en que cerró ese ciclo personal con la capital, clausurando sus recuerdos y el acceso a la galería por 24 horas, nuevamente sin función, para al siguiente día, abrirla por completo, 24 horas al espacio vacío (IV).

 

 

 

Vivir en la galería. Ocuparla. Tomar el café, donas, montar y desmontar. Platicar. En la búsqueda de alguien con quién dialogar, hablar de los problemas e intereses del pueblo, del arte contemporáneo, de las elecciones de este 2018, de las atmósferas, de lo vivencial, la apatía de los estudiantes, la mediocridad, los extranjeros, el negocio de las galerías y de tonterías, surgió la necesidad de ocupar la galería para dialogar y hacer crítica desde la reacción práctica.”  cuenta Alexander.

El quinto acto-evento supuso la consumación en la luz de los cuestionamientos individuales entre artista y espacio respectivamente (V), y se pasó a cuestionar a las otras galerías o entidades que se rigen por los mismos sistemas de actuación en Guanajuato (VI), estableciendo una crítica del circuito cultural y del mercado, y con ello un apunte que permitió a Alexander expresarse desde su posición como creador y consumidor que forma parte de ese circuito, y que se desenvuelve en el mercado de esta región.

 

 

 

Dejando de lado los espacios físicos, se analizó la situación desde un enfoque diferente, desde el arte mismo; por lo que el happening de Occupy continuó con una instalación de maquetas de La Saliva a una escala de 1:10 (VII), que contenían diez exhibiciones individuales de artistas internacionales que representaban a su vez, la relación entre exportación e importación en el ámbito artístico que se ejerce dentro del Estado de Guanajuato. Y así, lo que en un inicio pretendía minimizar el papel de la cultura como una analogía de su estado actual, se convertía en la descontextualización del espacio expositivo globalizando la galería y generando una ficción en la que solo una artista, Yuren Fu, ejercía la profesión realmente, mientras que el resto eran amigos o conocidos, e incluso invenciones, que habían surgido en andanzas por el país.

 

 

En el siguiente evento se quiso abarcar otro tipo de factor influyente como la política, y el proyecto comenzó a fallar. Para Bardas y un privilegio (VIII), Alexander quería hacer un evento basado en la creación e intercambio de pasaportes. El problema, según él, fue involucrar a gente que lo ayudaría en diseño gráfico, difusión, materiales y aspectos técnicos que necesitaba y no se llegaron a concretar.

 

 

A lo que Alexander añade: “Me anticipé a eso por medio de la ficción. Todo Occupy es realidad y ficción, juegos… Que las tres piezas políticas* se frustraran, creo que fue síntoma de esa misma falta de participación e hipótesis que se hicieron en cada expo. Sí hay privilegios; sí hay censura; el arte no es independiente; a la gente le importó nada; la cultura es una excusa para bajar fondos del estado, etcéteras.

*Como Greenaway apuntó: Usar lentes de sol es un acto político. Todas las piezas fueron actos -y reacción- políticos, como clausurar la galería, como liberarla y vaciarla.

Hubo problemas con la gestión cultural pero fuera del espacio, por ejemplo, yo quería para la presentación del programa anual que propondría Carlos Lima Núñez -el semi-real Calimán- (IX), nuestro candidato independiente a la dirección del -irreal- Instituto de Cultura Independiente del Estado de Guanajuato, publicidad por todas partes, en todas las calles, en el café y en la sopa. Pero trabajamos con hechos, no intenciones; lo que hubo fue el programa publicado en un blog y una pequeña campaña en redes sociales donde pagué publicidad virtual.  

 

 

No se llegó a lo planteado inicialmente para esta exposición, por eso tampoco surgió una respuesta acorde. No hubo expectativas nunca, Occupy tenía puertas abiertas a la reacción y cambio. Por lo mismo en MX 2018 El espectáculo (X), se hizo nada: la decepción. Desocupar la galería.

 

 

Teniendo en cuenta la importancia que dicho Estado ha representado a nivel nacional desde inicios del colonialismo, me pareció relevante experimentar con situaciones que suceden, pasadas por alto en la normalidad.

Pienso que en un principio vi e hice como extranjero. Como niño. Pero Occupy fue resultado de eso y de vivir ahí, como guanajuatense, proceso resultado de otro proceso.

 

 

El proyecto está hecho de pretextos, cada exposición tenía matices controlados aleatoriamente y conectados entre cada evento. Una de las hipótesis iniciales fue que hay poca oferta cultural y eso es correspondiente a la poca demanda de los guanajuatenses   -¿y si  habláramos de los mexicanos y del malinchismo en el arte que se vive hasta en Guanajuato?-. Si no hay galerías y las que hay son tiendas de souvenirs, es responsabilidad de los actores culturales y principalmente de los usuarios (pobladores y pasantes). Occupy suscitó la crítica entre los capitalinos. ¡Qué alegría!

Occupy sobre-ofertó eventos y la asistencia fue mínima; de eso trataba también.

 

 

Lo mejor de la experiencia de Occupy fue vivencial; la acción de ocupar un espacio y apropiarlo para compartirlo. Ligar vida-trabajo-acciones-hoy-cultura-política-arte-comida-azar-etcéteras.”

El hecho de no pertenecer a Guanajuato, en este caso, hace que la mirada del extranjero se centre en detalles que pasan inadvertidos dentro de la cotidianeidad cultural de esta sociedad. Alexander se topó con una ciudad sin semáforos ni publicidad agresiva, en un ambiente relajado, abierto culturalmente, etc. Quiso sobrepasar lo aparente y examinar desde todos los lados, tomando a Guanajuato como ejemplo de lo que sucede a nivel global.

Alexander Dluzalt

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