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Fabian Soberon
cronicas urbanas

¿Nora Grupalli en Brooklyn?

Al frente del departamento hay un negocio que vende muebles usados y antiguos. Sobre la vereda, exponen sillas, cómodas, una sombrilla de playa, un calentador, una mesa roja, y una serie de objetos inútiles.

Yo miro desde mi vereda cada vez que paso frente al negocio de antigüedades. No quiero cruzar. Me tienta, me da curiosidad pero no me atrevo. Creo que cada mueble esconde un pasado. El viernes vi un chelo solitario y pensé en los objetos que hace la artista Nora Grupalli. Nora toma las partes de un instrumento, las reordena, las actualiza en su cosmos y produce una pieza artística. El chelo me convoca. Pero la idea de huella, de resto, de historia pasada me alarma, me inquieta. Pienso en Nora y en sus exquisitas historias de instrumentos. La obra de Nora recupera los restos, las partes olvidadas, las formas quebradas o hundidas y recupera las historias de los dueños de pianos y chelos. Grupalli reinventa el pasado y produce un objeto artístico desde el control de la forma, desde la búsqueda calculada de la composición. Produce un sentido armónico y perturbador desde el fracaso del objeto, desde la pérdida de la existencia. ¿Que son esas formas artísticas de Grupalli? ¿Qué queda de lo que ya no es? ¿Qué parte del pasado contiene una clavija de violín o un puente o un mástil? No son meras formas abstractas sino cuerpos en disolución, espacios que transmiten tiempo, dolor, esfuerzo y concentración. El cuerpo del instrumento es, de alguna forma, el cuerpo del pianista que tocó ese instrumento. Las huellas no son sólo marcas  sino también espesos recuerdos materiales. La operación crucial de Grupalli no es un ready made. Es algo mejor: Grupalli recupera lo perdido y enciende un enigma. Para un enigma la única respuesta es otro enigma, dijo Severo Sarduy. Nora piensa la destrucción de la materia y crea un objeto con pasado y futuro. El arte es una especie de máquina del tiempo. La obra (el objeto artístico) es una cápsula: concentra pasado, presente y futuro. En esa clepsidra viven las dimensiones de la vida.

Cada vez que miro el chelo en Prospect Place, a dos pasos de mi departamento, pienso en cruzar la calle.

Algún día pasaré y el chelo ya no estará. Se lo habrá llevado algún amante de los instrumentos. Espero que sea Nora Grupalli.


Photo Credits: Ajay Suresh

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