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joshua arguello
Photo by: nik gaffney ©

No pensar

La universidad es un campo abierto donde las ideas corren libres, una embestida de la que nadie se salva. En lo personal, recuerdo particularmente un choque.

Un profesor, al que le tengo gran estima y aprecio, sentenció una clase en 6 palabras: “el que no escribe, no piensa”. Todos quedamos atónitos. Nos sentimos testigos de una revelación cuasi religiosa y, para nuestra desgracia, caímos en cuenta de una terrible verdad: no pensábamos o, en el mejor de los casos, lo hacíamos tan poco que era insignificante.

La ansiedad de saberme un ser no pensante me carcomía. ¿Cómo podía contribuir al mundo sin tener algo en la cabeza? No, mucho peor, ¿cómo sobreviviría al mundo sin siquiera pensar?

La lógica habló por sí sola: si la incógnita es escribir, hay que despejarla.

Armado de valor, me dispuse a aprender a escribir. El problema fue que, sentado y con los codos sobre la mesa, nada fluía. Mis manos eran masas que caían sobre el teclado sin ninguna coordinación. Toda oración era arrasada implacablemente al cabo de unos segundos mientras que la frustración latía con más fuerza. Ningún texto se escapaba: ardían como Roma.

Cansado de intentar, desistí. Reconocí mi incapacidad para escribir y, por consecuencia, pensar. Asumí mi espacio en la oscuridad de la caverna y me dediqué a ver las sombras. Fascinado por su danza, tuve la necesidad de inmortalizarlas.

En ese momento deseché el lápiz y el papel. Si las letras son para los “ilustres”, usaré mis herramientas mundanas. Ahí empuñé mi cámara. Cada fotografía era una llave al reino del pensamiento. Disparo a disparo, la realidad cobraba forma y su fondo se hacía más legible. La vida hecha un presente eterno, lista para su disección y estudio. El todo encerrado en material fotosensible.

Mis pasos, guiados por la imagen del visor, me llevaron a esas tierras que tanto busqué con las letras; ahí fue mi sorpresa: las letras no acaparaban el pensamiento. Había tantos pensadores como lenguajes existen.

En ese momento lo entendí todo. En efecto: “el que no escribe, no piensa”, porque no solo se escribe con palabras.


Photo by: nik gaffney ©

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