Somos una revista independiente que sobrevive gracias a tu apoyo. ¿Quieres ser parte de este proyecto? ¡Bríndanos un café al mes!
paola maita
paola maita

Que no llegue otro mesías

Los mitos podrían parecernos como explicaciones anticuadas de los fenómenos. La mayoría de nosotros bien sabe que los relámpagos no provienen del martillo de Thor, ni creemos en la existencia de un Olimpo tal como lo concibieron los griegos. Eso no nos exime de seguir creyendo en salvadores y héroes. Jesucristo y el reino de los cielos, Batman salvando a Ciudad Gótica, o nuestros padres como figuras máximas de sabiduría… Pareciese ser que siempre tratamos de rellenar el vacío existencial desde afuera. Algo o alguien más que nos asegure que estaremos bien, que en caso de emergencia rompamos su cristal y lo usemos como recurso salvador.

El problema en esta ecuación no está en lo inherente a la condición humana de esperar un mesías, sino cuando vemos esa figura redentora en alguien que nos puede hacer daño, y peor todavía cuando lo vemos en colectivo.

Cuando Chávez ganó en el ’98, yo apenas era una niña de 10 años. No estaba en capacidad de entender la trascendencia que tendría ese hecho en mi vida, en el destino del país, ni poder comprender las circunstancias que se habían tejido para que ese fuese el resultado. No sabía de modelos políticos agotados o de resentimiento social, solo que en mi casa me dijeron que ningún militar, mucho menos un golpista, podía ser presidente. Fuese lo que fuese que eso significase.

Ahora, a casi 20 años de ese día, mi vida ha estado signada por todas partes por ese hecho. Con las elecciones más polémicas hasta ahora a menos de dos meses de realizarse, me pregunto cómo afectarán mi vida y la de todos los venezolanos, porque esta vez sí estoy en la capacidad de estar consciente de lo que ocurre a mi alrededor.

Hablo de mesías porque esta plantilla sigue estando vigente en la mente del colectivo. Seguimos esperando que un empresario como Lorenzo Mendoza, un pastor evangélico, un Óscar Pérez, otro Chávez, un Bolívar o una invasión extranjera… Alguien a quien le calce la horma de salvador venga a hacer el trabajo de atajar esta ida a pique que pareciese tener un fondo muy, muy, pero muy hondo.

Somos un pueblo que piensa, siente y elige como un niño huérfano que está a la espera que un desconocido lo adopte y le brinde todas las posibilidades que no ha tenido. Tenemos mentalidad de víctima desvalida a la que otro tiene que venir a ayudarla.

Pienso que el cambio que en Venezuela hace realmente falta es el más profundo, ese que jamás ha ocurrido y que nos ha mantenido cautivos de caudillo en caudillo: el entender que no necesitamos un salvador, sino entendernos a nosotros mismos y construir una sociedad mejor desde nuestras individualidades, mejorando primero nuestro metro cuadrado, sin mesías que vengan a hacernos el camino.

Deseo que no busquemos más otro Bolívar o Chávez para nos dé nuestro pan de cada día, ni que perdone nuestras ofensas, evite que caigamos en tentaciones o nos libre del mal. Que no llegue otro mesías. Amén.


Photo Credits: Paola Maita – Padre, hijo y espíritu santo

Hey you,
¿nos brindas un café?