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Sergio Marentes
Sergio Marentes

No depende de quién lo diga sino de que se diga

No hay un solo día en el mundo sin que se descubra algo nuevo. Y no lo digo yo, lo dice la infinidad de periódicos que a diario nacen y salen a volar por las ciudades y carreteras del mundo, además de la autopista infinita que es Internet, en donde todos volamos aunque no tengamos alas. A veces basta con preguntarle a un vecino, a un amigo, a un tendero qué ha pasado, qué hay de nuevo en el mundo para que, como quien dice que es de día o de noche, te suelte una bomba con la que no esperarlas tropezarte. Y otras en que ni siquiera es necesario preguntar, basta con escuchar. Por ejemplo, el otro día que iba en el transporte público, una señora me preguntó la hora y, tan pronto se la dije, comentó que nunca era tarde porque bajo la arena, a pocos kilómetros de El Cairo, habían descubierto los restos de una pirámide de casi cuatro mil años de antigüedad; o cuando el señor que corta el prado en el parque que queda al frente de donde vivo me dijo, al sentarse a descansar en la banca donde yo leía, que en el Instituto de Medicina en el Espacio y Fisiología de Francia están buscando a quienes quieran pasar dos meses en la cama, con todos los gastos pagos, para investigar los efectos de la microgravedad en el cuerpo humano; o cuando el niño que miraba libros junto a mí en la librería me dice de golpe que unos científicos de Europa y Asia creen haber encontrado el antepasado más antiguo del ser humano, que se trata de un animal microscópico que es descrito como la fase más primitiva de la evolución que habría llevado a los pescados y, por tanto, al ser humano, y agrega que según los investigadores el organismo habría vivido hace casi seiscientos millones de años.

Por eso no me sorprendo cuando veo una noticia nueva, por más extravagante que esta pueda llegar a parecer, aunque sí lo hago cuando alguien que la oye o la lee no se sorprende más que con el último grito de la moda, por ejemplo, por no mencionar las novedades literarias, que tienen su propia religión.

Lo que me consuela es que no hay un solo día en el mundo sin que se descubra algo, aunque lo que haya querido decir es inventar.


Photo Credits: Kevin Dooley

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