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paola maita
Photo Credits: Kowshik Kuri ©

Negro pero no tanto

Desde los 17 hasta los 30 años, estuve secándome y planchándome el cabello siempre. Esto podría parecer la información más irrelevante del universo cuando solo se toma como un hecho aislado, pero no es algo que me pase a mí solamente.

Viendo esto repetirse a mi alrededor, un día me pregunté de dónde nos venía esta idea a todas. No podía ser que mágicamente hubiese aparecido en nuestras cabezas, como si todas compartiésemos un mismo cerebro.

Me tomó un par de años darme cuenta de qué parte de nuestra sociedad venía esta demanda. En el camino, vi que se asociaba a la misma parte que demanda que tengamos la nariz no tan ancha, los labios no tan gruesos, la piel bronceada pero no negra… En pocas palabras, mientras más caucásicos los rasgos, más hermosos somos.

A pesar de que, en promedio, hace casi 200 años la mayor parte de Latinoamérica dejó de ser colonia de algún país europeo, hay conceptos que siguen rondando en el inconsciente colectivo y que han sido reforzados por la cultura pop a través de la televisión y el cine.

Si bien es cierto que en los últimos años se ha comenzado a tomar consciencia de estos aspectos, también es cierto que siglos de historia social no se borran en un plumazo.

En mi caso, me fue necesario comenzar a prestar atención a mis propias palabras y a las de quienes me rodean para darme cuenta de lo sutil que puede ser el racismo, y aún más cuando es endógeno.

La primera frase que me golpeó fue: “Es una negra bien bonita porque tiene la naricita fina. No se ve tan negra”. ¿Quería decir esta persona que la mujer era bonita solamente porque sus rasgos eran más caucásicos de lo que podía esperarse? Al principio, quise creer que no, pero a medida que la persona seguía describiendo a la mujer en cuestión, me di cuenta que mi conclusión no distaba mucho de la realidad. Efectivamente, el énfasis de la belleza de sus rasgos lo hacía cuando se trataba de asociarlos a los de la gente “blanca”. Sí, la belleza está en el ojo del que la mira, pero detrás de ese ojo hay toda una historia sociocultural determinante.

Ya había hecho suficiente reflexión sobre esta y otras frases parecidas, cuando escuché de nuevo algo que nunca había analizado. “Mira chica, ¡Se casó con el musiu! Mejoró la raza”. ¿Es que acaso una persona con otro color de piel y otra cultura era mejor que la de ella?

Para aquel momento, no había escuchado nunca la palabra eugenesia. Tiempo después me la encontraría en un libro sobre los juicios de Núremberg. Aunque la persona a la que le escuché la frase de mejorar la raza distaba de los experimentos de Josef Mengele y Von Verschuer, la idea en esencia era similar: Hay un grupo humano superior a otro.

Como tantas otras cosas, el racismo es una de las herencias culturales más difíciles de superar, sobre todo porque ha logrado enzarzarse en el lenguaje a tal punto que puede pasar casi desapercibido.


Photo Credits: Kowshik Kuri ©

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