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Alexander Almarza
Ilustración por: Alexander Almarza

Cuando viví mi primera navidad en Argentina me arrepentí de no haber pasado las fiestas en Higuerote, playa de Venezuela, o en el desierto del Sahara para estar preparado, pues justamente ese es el entrenamiento que se necesita para sobrevivir al último mes del año en el hemisferio sur.

¿Recuerdan las patinatas, las luces, las bufandas, los suéteres tejidos, y a Pacheco bajando del Ávila cuando llegaba la navidad a Caracas? Bueno eso acá en Argentina no existe. Ojo y no es porque acá la gente sea mala onda y no les guste celebrar la navidad, sino porque tienes que decidir si celebras las fiestas o te ocupas de colocarte protector solar y talco en partes del cuerpo por las que no sabías que se podía sudar.

Y acá quiero hacer una mención especial a esos paisanos venezolanos que se sacrifican para mantener nuestras tradiciones vivas, a pesar del clima. Son admirables aquellos que se reúnen en un monoambiente de 20 metros cuadrados para hacer 250 hallacas, que posteriormente serán cocinadas en una ollita donde caben dos hallaquitas, y en una cocina eléctrica. Obviamente tendrán que trabajar todo el año para pagar la luz que gastaron ese día.

Y ni hablar de aquellos venezolanos que se visten en nochebuena y año nuevo con ropa de fiesta, es decir, trajes largos, camisas manga largas, corbatas, flux, pantalones de vestir, lentejuelas, escarcha, y por supuesto la gorra tricolor que no puede faltar; mientras los argentinos o quienes ya llevamos tiempo acá, nos ponemos ropa fresca para soportar el calor decembrino de esta tierra.

Otro de los puntos que tengo que resaltar es no solo la tolerancia al calor sino también la resistencia física que tienen los venezolanos, pues en las navidades argentinas, uno se sienta a la mesa y conversa con los amigos, obviamente de política. La mesa navideña argentina es el campo de batalla de los tíos fachos, y los sobrinos progres, que, aunque se gritan y debaten sus distintas visiones del mundo, tratan de no gesticular mucho (que para los genes italianos de un argentino es un montón) en las acaloradas discusiones, pero no por la polémica sino porque la temperatura es muy alta.

Mientras que los venezolanos a 40 grados bailan merengue, salsa, bachata, cumbia, tambores, reggaetón, salsa casino, danza árabe, gaita, polo margariteño, tamunangue y algún otro ritmo, sin perder la compostura ni sudar.

Pero lo que más disfruto es el timing que tienen los venezolanos el 31, pero no solo en Argentina, sino en todo el mundo. ¿Por qué? Porque el venezolano se da el feliz año dos veces, el primero cuando son las 12 de la noche en Venezuela, y el segundo cuando son las 12 en el país donde vive. Es decir, que los argentinos, saben que falta una hora para saludar al nuevo año, cuando ven a los venezolanos dando la vuelta a la cuadra con la maleta en la mano.

En fin, fue un año bastante raro, donde todos teletrabajamos, así que, si en esta navidad no ve a santa surcando los cielos, entre a su casa, encienda el zoom, verifique su conexión de internet y espérelo.

Y ahora un consejo final: Por favor no le pida al 2021 que lo sorprenda, con que sea un año más normal que 2020 me doy por servido.

Feliz Año.


Ilustración por: Alexander Almarza

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