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arturo serna
Photo by: Kevin Dooley ©

Naturaleza

Pocas ideas son más difíciles de definir que el concepto de naturaleza. Aunque sea complicado ponerse de acuerdo, quizás podamos aceptar que lo natural en el ser humano es aquello que viene escrito o prefijado en el código genético. Natural es aquella manía que no podemos modificar o cambiar. Los cínicos griegos creían –y no estaban equivocados en este punto—que había que ser fiel a sí mismo. Era más importante seguir el deseo que vivir de acuerdo a  las convenciones sociales. Un filósofo rumano que escribía en francés anota: “Sólo una cosa cuenta: seguir nuestra naturaleza, hacer lo que estamos destinados a hacer, no ser indignos de nosotros mismos”. Es cierto que Cioran confía demasiado en sí mismo. Se equivoca al ponderar una especie de pesimismo melancólico y absurdo. Sin embargo, no está errado al defender la dignidad del individuo. Acierta en esta mínima porción de tierra: no hay peor cosa que ver a un político o a un clérigo doblegarse frente al oro o al poder de las iglesias.


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