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Sergio Marentes

Nada más basta ver para que los oídos queden ciegos

Leí la siguiente frase en las noticias: hebras de ADN guardan la información y podrán convertir toda, toda la que ha producido el hombre en su historia, en un cubo de un par de metros cúbicos. Antes de dudar de su veracidad, lo hago de su uso práctico. Veo a mi alrededor, y concluyo que todo lo que hizo la humanidad, desde los papiros hasta los blogs, desde la primera cartografía hasta las rutas de un GPS, desde la primera chispa de fuego generada por el hombre hasta la colosal planta solar africana que podría dar energía a toda Europa, desde las paredes de las primeras cavernas hasta un cubo que cabe en mis ojos y me pregunto por qué el hombre se preocupa por el espacio si lo que más lo agobia, y siempre lo ha hecho, es el tiempo. Y es que, basta con que intentemos hacer una lista de las cosas que hicimos para que pronto, y sin miedo a que nos señalen, notemos que es mucho más pequeña que la de las cosas que nos faltó por hacer. Ahora, luego de ello, con aritmética simple, basta juntar una a una las de todos los hombres, sumándole un pequeño porcentaje de las vidas privadas y las vidas secretas de los mismos, para que se nos empiece a calentar la cabeza por tanto uso. Luego de tener una cifra, digamos general, imaginemos ahora que el cubo ya fue creado y que lo tenemos en frente de nosotros sin las herramientas para desglosarlo o leerlo. Seguramente sería nada más que una caja negra sin sentido para los mortales que no nos enfilamos en las tropas de la ciencia, y necesitaríamos de un soldado con la pericia suficiente para que nos sumergiera dentro de los miles de millones de enredos, esto con el fin de que le demos el último visto bueno de lo que se plasmó allí de nosotros, o de lo que creemos de nosotros. Y problema mayor será, pero que de eso se encargue la ciencia, lo de verificar lo allí grabado de lo que opinábamos porque, por supuesto, ya cambiamos y quizá ni recordemos el porqué o el para qué sirve lo que ahora decimos opinar.

En fin, la vida estaba ya lo suficientemente enredada para que vinieran a enredarla con nudos microscópicos que nadie jamás podrá desatar. Como los de la historia, los invisibles que al intentar aflojar con la memoria, nos ahorcan con la carne.​


Photo Credits: Jerry Jones

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