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Paola Maita
viceversa

Monotema

Parte de la labor semanal de escribir para una publicación periódica consiste en buscar el tema, en cazar las ideas que surgen como ballenas a la superficie y que se esconden rápidamente si no las arponeas a tiempo. Parte de mi labor semanal de escribir para Viceversa consiste en molestarme porque, aunque me rompa la cabeza dándome cabezazos contra la pared y me reseque los ojos ante la pantalla de la laptop leyendo para buscar inspiración o escribiendo borradores, no logro escribir sobre algo más que no sea Venezuela.

Surgen cuentos, crónicas que se evaporan en el asfalto, pero ahí está, puntual como reloj suizo, mi cerebro siempre recayendo en el tema, como si fuese un vulgar drogadicto.

En la tarde escuchaba en la radio una entrevista a Leonardo Padrón donde decía que todos los escritores tenemos temas que se convierten en obsesiones, y yo no tuve que pensar mucho para saber cuál era el mío en este momento.

Pienso en escribir sobre cómo Venecia se hunde y mi cerebro me recuerda “Venezuela significa ‘pequeña Venecia’ y también se hunde”. Borro. Comienzo a investigar sobre la situación actual del trabajo a nivel mundial y viene de nuevo un “vuelto mierda, como aquí”. Borro. Una de mis amigas me sugiere escribir sobre el autismo, un tema con el que tengo contacto a diario por mi trabajo. Comienzo a redactar y enseguida lo odio porque parece un artículo científico. Esculco entre los colaboradores de ViceVersa Magazine, y encuentro una pequeña joya que me había pasado desapercibida, Dinapiera Di Donato. Leo su última crónica, y es sobre Venezuela. ¿Será una señal?

Lo he vuelto a hacer. He vuelto a escribir sobre ella, aunque sea sobre lo detestable que es hacerlo tantas veces.

Entiendo mis ciclos de repetición. Escribo sobre ella porque me duele (aunque no lo admita a viva voce), no la entiendo, porque esta situación es capaz de enloquecer a cualquiera si no hay una válvula (y lamentablemente esta es una), porque ¿Para qué escribo si no es para comprender al mundo?

A estas alturas, no sé si el lector habrá sobrevivido el texto. Espero que sí, porque quizás haya un otro que tampoco entienda nada, y que si bien no puedo explicárselo, al menos puedo hacer que se sienta menos solo y un poco menos ignorante e ignorado.


Photo Credits: Trevor

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