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willy wong
Photo Credits: Elvert Barnes ©

Moda Antropológica

El Perú, tierra amada de oriundos, inmigrantes, refugiados y visitantes; esa que soporta los saltos de alegría de más de treinta millones de habitantes cuando los triunfos en el fútbol y que recibe densas lágrimas cuando las penas en los huaicos, está viviendo uno de los contextos creativos más glamorosos, como en sus tiempos lejanos sin eco. Miles de años atrás, cuando Colón no pensaba toparse con una América rica y provechosa; esta cultura sudamericana era silenciosamente experta en la agricultura, la orfebrería y la textilería. Tan diestra y de buen gusto –especialmente en estas dos últimas artes– que hasta tuvo que sufrir los embates de corsarios enviados por la realeza de la isla británica. Las manos de los Chimú en el norte, distinguidas en el trabajo de la metalurgia aurífera ceremonial y doméstica, continúan impactando a más de uno. Las manos de los Paracas en el sur, sublimes en el diseño y la creación de mantos y vestidos insuperables, siguen calando en el espíritu creador de los nuevos, pluriculturales y globalizados maestros de Virú. Aquellos que vienen apostando por la revolución textil. Por una propuesta audaz, poética e hipnotizaste, nunca antes vista en la nación del pisco y del ají de gallina.

Desde hace varios años, quizá muy pocos, el sello gastronómico que diferencia al Perú con exquisitez y que llena de orgullo a sus hijos con espasmo a nivel mundial, tiene un acompañante fashion. La herencia de los artistas pre incas, y sin duda la de los sucesores, vibra con dinamismo e innovación en el ADN de los diseñadores nacidos bajo la luminosidad de Viracocha. Premios como el «Fashion Group International Rising Star» que se adjudicó Sergio Dávila en la metrópoli de New York, los reconocimientos a la inigualable Meche Correa en las pasarelas extranjeras, y el despegue imponente de Christian Vera con la marca Adonis; son muestras de una tendencia que crece con elegancia inclusiva. Evolución que trasciende a la novedad artística o económica, pues su nacimiento, proyección y materialidad tienen toques antropológicos. El auge de este movimiento en boga se apoya en un diferenciador brioso. Vestir una prenda peruana de diseñador, es vestir un atributo con raíces fusionadas, estilizadas y vanguardistas que proyectan identidad. Es vestir patria con aroma ancestral y personalidad moderna. Porque la moda peruana, trasciende a la moda.


Photo Credits: Elvert Barnes ©

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