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Michel Villa
Photo Credits: Séverine Grosjean

Michel Villa le está observando

¿Alguna vez se preguntaron en qué podrían convertirse sus fotos publicadas en las redes sociales?

El joven artista Michel Villa se apropia de ellas y las interviene con pintura. Con las redes sociales, nuestra relación con el cuerpo y la intimidad ha cambiado. El auge de las redes sociales apareció como una fractura, una ruptura en nuestra evolución social. Cada día, millones de imágenes aparecen en las redes sociales. Vivimos en una sociedad hipersexualizada donde nos enfrentamos constantemente con las representaciones del cuerpo.

 

Michel Villa
Photo Credits: Séverine Grosjean

 

Michel Villa captura imágenes de mujeres comunes, e integra los símbolos de Facebook, Instagram o Snapchat. Las actitudes de las chicas llaman la atención. Son eróticas o subjetivas. Nos invitan a su habitación en ropa interior para «excitar». ¿Quién tendrá más “Me gusta”? Con este trabajo, Michel Villa también denuncia el comportamiento de un público, a menudo masculino, agresivo, absurdo y malsano por sus comentarios sexistas.

Vivimos en la era de la ligereza. Todo es bueno con tal de tener la aprobación de nuestros pares. El individuo se define por sus acciones. Es sublime o detestado por la imagen que proyecta en el universo virtual.

 

Michel Villa
Photo Credits: Séverine Grosjean

 

Este joven artista altera sus entornos al igual que sus cuerpos, los convierte en animales o en protagonistas de cuadros famosos, porque entre la realidad y la ficción la frontera ha desaparecido. Guy Debord denunciaba los excesos de nuestras sociedades en los años 50. Promovía un retorno a la sensibilidad, a la vida real. Hoy en día, se manifiesta una «hibridación» de los seres humanos a raíz de estas nuevas prácticas que construyen o deconstruyen la realidad. Michel explora los nuevos códigos de este mundo complejo. Pinta los cuerpos con emoticones, el nuevo lenguaje internacional de nuestra sociedad.

Las redes sociales trascienden las fronteras y como lo describió el filósofo Gilles Lipovetsky en «La era del vacío», estamos en una sociedad posmoderna, híper-individualista en la que se absorbe al individuo. Sus objetos, sus actitudes diarias lo personalizan con el fin de distinguirle de los demás. Él está fascinado por las imágenes digitales con las cuales Michel Villa ilustra esto en una de sus instalaciones. Al centro de un espejo deformante, un video pasa GIFs, (animaciones humorísticas sencillas), sin parar. Cuando el espectador se acerca al espejo para mirar estas imágenes, su rostro se deforma, hasta volverse una ilusión de sí mismo. Monopolizado por las nuevas formas de comunicación, el individuo vive cambios físicos y psicológicos. Se convierte en un zombi que se mueve en un espacio en el cual los dispositivos digitales se transforman en una extensión de sí mismo. El individuo se vuelve esclavo de su propia realidad virtual.

 

Michel Villa
Photo Credits: Séverine Grosjean

 

Para el joven artista Michel Villa, es difícil no maravillarse con todos estos “fantasmas”. A lo largo de su reflexión, representa el retrato de los nuevos códigos relacionales entre los seres humanos y el mundo virtual. Es lo que hizo en su última instalación, una instalación holográfica. La ilusión de una lengua, el símbolo de la comunicación, está en una estructura fálica, como un tótem. Sin embargo, lo que se ve no es y no será y lo que se quiere no existe. Todo es ilusión.

Michel Villa denuncia la incesante mentira de este mundo virtual y la expectativa perpetua del individuo quien está atrapado en esta alucinación que representa “un callejón sin salida, una red de pesca alrededor de él, un vestido traidor” (Agamenón- Esquilo).

 

Michel Villa
Photo Credits: Séverine Grosjean

 

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