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Antonio D. Espejo

Mi primer encuentro con la diva blanca

NUEVA YORK: «It´s a christmas price» nos dijo la vendedora de un Dunkin Donuts debajo del Rockefeller Center por la compra de 6 donuts a 5 dólares. Y con dona en mano nos fuimos a nuestro primer encuentro con la nieve. «En la iluminada Manhattan se deben ver mejor las peloticas blancas» nos dijimos, y así fue. Que comience la función…

Tras salir de la vieja y art decó estación del Subway Rockefeller Center (inaugurada en 1939), allí estaba: La nieve, la estrella de la noche, en una suerte de gala pública, de alfombra roja o, mejor dicho: alfombra «blanca», que suele ser Manhattan en invierno, a cero grados centígrados. Millones de luces iluminaban cada gota, cada pelotica. Como si se tratara de Lady Gaga, la multitud de desaforados turistas se apresuraban a tomarse fotos, muchas fotos, todas las que se puedan, junto a la diva blanca. !Hurry up, Hurry up! !Quién sabe cuándo volverá a nevar! Mientras, los neoyorquinos, como si nada, inmutables, caminando de prisa de regreso a casa y fastidiados de los turistas atravesados por todas partes.

Los avisos de «Stop» y los letreros de la calle 47 y 50 por la sexta avenida, se tiñeron de blanco, de hielo. Lo comprobé, no era el anime blanco que le ponen a los arbolitos de navidad en Caracas, era nieve, tan fría como la escarcha de las viejas neveras.

Es muy probable que, como en las típicas películas americanas de navidad, Santa pudo haber estado escondido en alguna azotea de uno de los enormes rascacielos de Nueva York, organizando los regalos que repartirá la nochebuena del 24.

Sólo nos dedicamos a celebrarla: dejándonos mojar, sin paraguas. Caminándola sin la prisa de los neoyorquinos y comiéndonos un par de donas baratas rellenas de mermelada (porque no sobra el dinero y cada dólar pesa), pero con la certeza de que recibíamos el mejor regalo en nuestro aniversario por nuestros primeros diez años de casados.

El metro de Nueva York, en operaciones desde 1904, es considerado uno de los más grandes del mundo con 34 líneas y 469 estaciones, y pertenece al selecto grupo de los que no duermen, porque trabaja 24 horas junto al de Londres, Copenhague y Tokio.


Photo Credits: Jeffrey Zeldman

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