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anabella lenzu
Photo by: Dino ahmad ali ©

Mentores y Espejos, Falsos y Verdaderos

¿Qué significa la palabra mentor hoy en nuestra cultura occidental?
Mentor: 1) Un consejero o guía de confianza. “Un mentor que, debido a su desapego y desinterés, puede mostrarnos un espejo” P. W. Keve

2) Tutor, entrenador; para enseñar o guiar generalmente de forma individual en un tema especial o para un propósito particular
Sinónimos: Verbo: entrenador, consejero, guía, líder, tutor.
Usamos la palabra «mentor» para cualquiera que ejerza una influencia positiva y orientadora en la vida de otra persona.
No todos los profesores de danza pueden ser o quieren ser mentores, porque es una decisión mutua de total generosidad entre el mentor y el aprendiz. Encontrar el mentor adecuado es como encontrar a la pareja adecuada. ¡Es complicado!
Esencialmente, ser mentor es ser un modelo a seguir en todos los aspectos: profesional, artístico y ético, lo que implica responsabilidad y atención.
Como artista latina que vive y trabaja en Nueva York desde hace mas de 20 años, reflexiono acerca de mi pasado, mi futuro y lo que significa ser un mentor en estos tiempos.
Ser mentor no es solamente ser una fuente de inspiración, mucho menos una referencia en una solicitud de empleo.
Se trata de comprometerse con un diálogo profundo e íntimo, a veces intenso y difícil.
A medida que se construye un edificio, los andamios lo rodean. Las dudas se desmoronan y caen, mientras que las creencias se asientan y fortalecen.
¿Cuál es la diferencia entre ser maestro y ser mentor?
1. La enseñanza se basa en el conocimiento.

El papel del maestro es compartir sus conocimientos a través de la instrucción y la explicación. En el sentido tradicional, la enseñanza implica lecciones formales sobre un tema, que a menudo incluyen un plan de lecciones detallado y métodos de evaluación.
2. La tutoría se trata de experiencia.
La tutoría, por otro lado, es por naturaleza informal y relacional. Un mentor actúa como asesor, compartiendo conocimientos basados en su experiencia vivida. El intercambio mutuo ayuda a los aprendices a convertirse en compañeros.
¿Por qué necesitamos mentores en nuestra vida artística?
Un artista joven a veces se siente perdido y sin rumbo. No es raro pasar de sentirse tremendamente inseguro a ser un rebelde diabólico. La vida de todos los artistas es difícil, ¡pero muy gratificante!
Los mentores ayudan a navegar el miedo al fracaso, a eliminar las distracciones y a localizar recursos. A menudo ayudan a fortalecer y crear un “sistema de apoyo” (emocional, económico o psicológico).
Los mentores son como faros que reorientan, ayudándote a encontrar tu fuerza interior y tus antepasados artísticos.
Muchas veces al enseñar, (especialmente crítica de la danza o la historia de la danza) encuentro que los jóvenes artistas no conocen a importantes e influyentes bailarines, maestros y coreógrafos que los precedieron, y tampoco tienen curiosidad por aprender acerca del pasado. Esto conduce a una especie de “ignorancia arrogante”, pensando que están creando algo nuevo cuando están repitiendo algo que sucedió en los años 60’. No podemos saberlo todo, pero es un desperdicio energético repetir o copiar una vieja idea. La educación de la danza comprende honrar el pasado, celebrar la diversidad y al mismo tiempo investigar para avanzar y ampliar los límites de nuestro campo.
Siento que tenemos que estar en continuo diálogo con nuestros antepasados artísticos para progresar, para crecer como artistas y como seres humanos. El viejo dicho es cierto: tienes que saber de dónde venís, para saber a dónde vas. Los mentores te ayudan en ese viaje.
A veces necesitas rebelarte contra tus antepasados y no estar de acuerdo con tus mentores, ¡y eso también es parte del crecimiento para algunos artistas!
La mayoría de mis mentores fueron artistas visuales, escritores, directores de teatro y coreógrafos. ¿Por qué? Como artista soy curiosa, y necesitaba saber qué sucedía detrás de escena en los diferentes ambientes artísticos. Necesité comprender al artista y a la persona que estaba detrás de cada uno de mis mentores para descubrir quién era yo. Hay una distinción importante entre mis mentores y  otros artistas que aunque nunca conocí en persona, me inspiraron.
Involucrarme en diferentes disciplinas de arte me ha dado una mayor perspectiva para comprender las posibilidades y las limitaciones al tomar mis propias decisiones artísticas.
Mi primer mentor fue el escultor argentino Rafael Martín (1935-2018). De su mano, estudié escultura desde 1995 al 1999 en Bahía Blanca, Argentina.
Otro mentor fue Guy Ariel Kruh (1953-), semiólogo y regisseur francés. Con él estudié Semiología del Teatro y el sistema Delsarte.
Mi primer mentor en composición coreográfica fue Jim May, bailarín estadounidense y director de la Anna Sokolow Dance Theater Company.
Bajo sus alas, aprendí a ser aún más crítica con mis elecciones artísticas en el campo de la danza, estudiando coreografía y Tecnica Humphrey/ Limon desde 1999-2001.
En 2005 regresé a los Estados Unidos, comencé a estudiar con él. Luego de dos meses simplemente lo dejé.  Jim no podía comprender por qué dejé de estudiar con él.  Lo que sentía yo internamente era que la influencia artística y el legado de Anna Sokolow  eran demasiado fuertes y estaban “matando” mi creatividad y mi estilo coreográfico. Necesitaba crear distancia artística, pero no personal. Necesitaba espacio para explorar quién era yo.
En 2007, Jim me convocó como coreógrafa invitada para Anna Sokolow Dance Theatre Ensemble,  con gran honor y responsabilidad acepté la propuesta. Fue una experiencia muy reveladora. En ese momento ya estaba encontrando mi propio camino.
Siento que a veces los estudiantes nunca pueden encontrar su voz porque siempre están bajo la influencia de cierto estilo, maestro o academia. Algunos bailarines necesitan mantener sus tradiciones porque su función es preservarlas y transmitirlas a la siguiente generación.
Pero hay otros bailarines y coreógrafos que necesitan encontrar su propia voz, y ese fue mi camino. Fue doloroso separarme de Jim, pero reconocí que necesitaba aire para ser mi misma.  Muchas veces coreógrafos homenajean, “citan” o hacen referencia acerca de las influencias coreográficas de sus antepasados. Lo importante es ser consciente de ello. El problema es cuando la gente no es consciente de estas influencias.
Los diálogos con los “antepasados artísticos” siempre deben estar presentes, pero a veces es necesario luchar con las reglas pre-establecidas, para encontrar tu propia voz. A veces nuestro trabajo es rechazar o desarrollar en profundidad teorías pre-existentes.
Los mentores nunca vendrán a ti, tú como artista necesitas acercarte a ellos. Acércate al fuego.  Tienes que permitirte que ese mentor te “contagie” el conocimiento, su pasión, y todo lo que tiene para ofrecer!.
En mis clases a veces les digo a mis alumnos: “Me encanta que vengas a mi clase, pero no quiero que te quedes en mi clase para siempre. Tienes que seguir adelante.» Es parte de esta generosidad y libertad que les doy a mis estudiantes. Lo mismo ocurre con los hijos. Deseo lo mejor para ellos y quiero que sean independientes. Quiero que abran sus alas y que encuentren su propia voz artística.
Como mentor, parte de mi trabajo es ayudarlos a pensar por sí mismos, porque “La educación es la práctica de la libertad” [bell hooks].
El mentor y el aprendiz se eligen mutuamente.
A veces elegís a tus mentores, pero a veces, ellos no te eligen…

En cierto modo, es como una relación romántica: hay un acuerdo mutuo, y así se produce la transmisión de experiencias y conocimientos.
Es importante tener mentores, porque necesitas tener diálogos artísticos, estéticos, espirituales y éticos.
Una vez pensé que había encontrado a mi verdadero mentor, una de mis profesoras de ballet en Argentina. Ella era el modelo “perfecto” para mi: una exitosa carrera internacional como bailarina y además era madre de dos hijos. Además de ser su estudiante también formé para de su compañía juvenil de danza.
Nuestra relación fue muy linda, hasta que yo le expresé mi interés por la coreografía.

A los dieciséis años decidí crear una obra “Catarsis” y presentarla en diferentes festivales. Invité a mi maestra a uno de mis ensayos y a ella no le gustó lo que vio. Ella me dijo: «Este no es un sistema democrático, si quieres presentar esta obra en los festivales, yo no te permito. Si te presentas en los festivales no podés bailar más en mi compañía». Para mí fue una difícil decisión porque admiraba mucho a esa maestra. Me di cuenta de que su discurso provenía de los celos, y que ella no deseaba que yo abriera mis alas. Dejé de bailar en su compañía.  Me sentí defraudada, ella no era la mentora adecuada para mí, porque no me apoyaba en encontrar mi propia voz como artista y coreógrafa. Estoy muy agradecida por su información técnica, pero no por los aspectos profesionales. Sus celos y sus impulsos competitivos nos separaron.
Un buen maestro es un excelente alumno.
Enseñar es ser sincero contigo mismo, reconociendo tus rincones más oscuros y tus momentos más brillantes.
La enseñanza requiere un crecimiento interno constante, una sed de crecer, mejorar, desarrollarse y evolucionar.
Un buen mentor es un apoyo eterno, un punto de referencia.

La clave para encontrar a un mentor adecuado, es tratar de verlo como una especie de espejo, un espejo que revele el futuro. ¿Te estás proyectando sobre ellos o idealizando tu “yo futuro”?.

El mentor adecuado te ayudará a desarrollar tu potencial y a aceptar quién eres realmente.
A lo largo de estos 30 años de enseñanza, algunos de mis aprendices me expresaron, que se veían reflejados en mis elecciones diarias como madre y artista.
¡La pandemia afirmó que tengo que adaptarme, crecer y pensar fuera de las normas! La enseñanza online me forzó a crear nuevas metodologías, y esto es refrescante para mí después de haber enseñado durante tantos años.
Desde Marzo de 2020, he enseñando online y he observado que los estudiantes desarrollaron mayor concentración, enfoque, compromiso y entusiasmo. Sin embargo no todos los estudiantes se sienten inspirados mientras estudian online. Estar aislados ha hecho que algunos de ellos se sientan desconectados de sus propios cuerpos y perdidos. Por eso he cambiado mis metodologías. Dependiendo del contenido, modifico la administración del tiempo: cambio los horarios, acorto las clases y desarrollo otras estrategias para minimizar la fatiga de la pantalla. Alterar el ritmo de la clase, la administración del material y el contenido, buscar otras fuentes de inspiración, ayuda a los estudiantes a mantenerse comprometidos.
Utilizo educación sincrónica y asincrónica: les envío artículos, lecturas y videos para que los vean a su ritmo, investiguen y estudien. Los guío hacia el diálogo y las discusiones sobre los temas para que fortalezcan su pensamiento crítico, creando así comunidad y camaradería.
¡Durante esta pandemia, todos compartimos nuestra vulnerabilidad, nuestros espacios privados y nuestro arte de una manera más profunda!
En Junio de 2020, después de escuchar las necesidades de mi comunidad internacional de danza, para darles aliento, inspiración, estímulo y además enseñarles acerca  de las herramientas coreográficas, creé dos programas ONLINE: Mentoría Coreográfica Online (grupal) y Mentoría Coreográfica Personalizada (individual).

Este es un espacio virtual donde los artistas se encuentran, conectan, e intercambien ideas y profundizan la composición coreográfica en el escenario tanto como para la videodanza.
¿Por qué estar disponible como mentor en estos momentos históricos?
Porque cuando amas tanto lo que haces, quieres compartirlo. Porque recibí tanto amor y cuidado como aprendiz, que siento la responsabilidad de devolvérselo a la próxima generación de bailarines, coreógrafos y maestros.
Es mi granito de arena. Quiero brindar un mejor futuro para todos y ayudar a crear una mejor comunidad. La danza, para mí, es la unión de una persona con su interior.

Es una comunión contigo mismo, con los demás, con el medio ambiente y con la vida.


Photo by: Dino ahmad ali ©

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