¡Me voy a Malta! Siempre es la misma reacción. La veo desenvolviéndose en cámara lenta, saltan los signos de interrogación, intentando comprender si estoy equivocada o es que ellos realmente no conocen la respuesta. Yo tampoco la conocía, llegué a esta pequeña isla del mediterráneo en busca de aventuras, historia y dar un examen de inglés. Y desde que llegué, todos los días me sorprendo; está rodeada de un mar tan azul como los ojos de mi abuelo, y no puedo negar que una de las razones para elegirla fue volver a sentir las brisas marinas. Es como una dama llena de vida, que cuenta historias de imperios que trataron de conquistarla, otros que construyeron muros, castillos, y palacios. Mezclando palabras de idiomas desaparecidos, con un inglés contemporáneo. Malta es una mezcla maravillosa que se esconde en cada una de sus ciudades, y en cada uno de sus habitantes.
En arquitectura las cosas no son tan simples. Suma a los árabes y sus techos planos, esos que no necesitan escurrir el agua. Agrega la piedra nacional, porque Malta es una roca en el medio del mar. Y luego adhiere todo los imperios de occidente, Romano, Británico, Español, Portugués, Francés… Estoy segura de que en algún momento te cruzarás con un palacio o una casa, o incluso una ciudad que te da una muestra de todo esto, en un solo lugar. El resultado suele ser inusual, lleno de vida e historia.
Pero Malta es sobre todo una guerrera, un punto estratégico. El lugar en el medio del mar mediterráneo tiene que serlo, y su historia lo testifica. Siendo parte de la Colonia Británica, no dejas de asombrarte al ver los autos circular en el sentido contrario. Subir a uno de copiloto te transporta a Londres, pero al momento en que enciendes la televisión o pides una pizza solo piensas en Italia, y recuerdas que solo estas a pasos de Sicilia, e incluso ésta es una de las razones de por qué los Malteses dominan muy bien el Italiano. Malta es un rompecabezas con muchas banderas en pocos metros cuadrados.
Aunque cada día que decido recorrer un templo, o simplemente caminar por Medina o Valleta, veo mixturas maravillosas, la magia de Malta no se encuentra solo en su forma de trabajar la piedra, o en sus caballeros medievales. Basta con moverte unos metros y encontrarás extensiones de playas, riscos, acantilados, cavernas, y piedras que son ventanas a otras dimensiones. Atardeceres infinitos, rodeados de una sabiduría ancestral, luces y sombras que le dan música a todas sus historias.
La naturaleza es la princesa de esta isla mediterránea, ella es la verdadera heredera del paso de los años. Muchos directores han intentado capturarla en filmes y series como “Blue Lagoon”, “Troya” o “Games of Thrones”, y sin dudas, cuando estás frente a ella, comprendes que a veces la cámara no es justa, y no logra capturar toda su hermosura. Elegante y sobre todo sabia la guerrera medieval del Mediterráneo, nos narra batallas entre paisajes mágicos y acantilados, donde las culturas se entrelazas relatándonos nuestros pasos como humanidad.