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Lucrecia

Mi idea del amor vence las contrariedades cotidianas. No creo que uno se enamore de cualquier persona ni de una idea del amor. Los universales no existen.Uno ama a quien debe amar. Las personas se equivocan con el amor. Hay diversos modos, tantos como individuos pueblan el planeta.El amor atraviesa la materialidad pero no se queda solo en ella. El amor envuelve al individuo como un viento que arrasa.

Hace un tiempo conocí a Lucrecia. Ella es adorable, sobre todo es el colmo de la inteligencia. Lucrecia me ha citado infinitas veces en hoteles. Me agrada el anonimato de las piezas silenciosas. Siento que la intimidad es más real.Lucrecia me ha brindado su teoría del el amor. Hemos discutido mucho. Tuvimos ocasiones en las que el fervor nos llevó a situaciones extremas.¿Cuántas veces queremos al otro más que a nosotros mismos? El amor nos brinda una figuración de nosotros mismos.Y eso es lo que produce fascinación. Lucrecia me ha dicho muchas veces que admira mi inteligencia. Y yo le he dicho lo mismo. Ahí estamos, entre dos puentes. Lucrecia me lleva hasta el punto culminante y ahí se desinfla.

El sexo no es todo. Es solo una cuestión de piel. Ella me atrae como los números al infinito.

Lo que es seguro es que ella me detiene. Dice que no se siente segura. Adoro su condición de inexperta.

En nuestro tiempo hay mucha máscara. Vivimos en la era de la simulación. La gente oculta su pasión original. Si alguien quiere acostarse con alguien tiene que ir de frente. Ya dije: el sexo no es malo pero no es lo único. Las mujeres a veces actúan de modo dañino. La arpía puede encontrar su transmutación en una mujer. Mi madre era una perfecta víbora hasta que huyó. Hay mujeres que son ángeles y también están las otras, las viles. Lucrecia forma parte del primer grupo, las que actúan como si el bien existiera.

Hay hombres viles. Son los más.

Brindo por el amor a Lucrecia. He querido a muchas pero solo amo a una mujer, la que produce en mí la idea extraña de la salvación.


Photo Credits: Mayr ©

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