Somos una revista independiente que sobrevive gracias a tu apoyo. ¿Quieres ser parte de este proyecto? ¡Bríndanos un café al mes!
arturo serna
Photo by: Pablo BD ©

Los ricos y los publicistas 

En Elogio de la ociosidad, Bertrand Russel dice que hay dos tipos de trabajo: el primero consiste en cambiar de posición la materia; el segundo, en dar órdenes. El primero está mal pagado. El segundo está muy bien pagado. En el segundo, dos grupos de personas distintas dan dos tipos de consejos opuestos: esto se llama política. En ese mismo tipo de trabajo están los que dan órdenes y aquellos que les enseñan a dar órdenes de una forma más persuasiva: esto es la publicidad.

Aunque el texto es de 1939, prefigura el lugar central que tiene hoy el marketing político y cómo se ha producido un claro giro hacia la bastardización de la política en el capitalismo financiero. Bertrand Russel fue un hombre longevo que reflexionó sobre los muchos problemas de su tiempo. Sin embargo, no llegó a ver la crisis de la democracia y el rol cínico y mediocre de algunos medios de comunicación. La situación mundial tiende hacia una mayor alienación de los trabajadores –aumenta la explotación en el primer tipo de trabajo, según pronosticó Russell y hacia una concentración de la riqueza en manos de unos pocos. Aunque Marx se esforzó por pensar el futuro del capitalismo y en desear su presunta caída, la impresión que uno tiene al caminar por las calles de Buenos Aires es que cada vez los ricos tienden más a aprender el lenguaje del amo y los pobres no sospechan que ellos nunca serán amos si siguen votando en la dirección de los intereses de los ricos. 

Algunos filósofos creen que la democracia es el menos injusto de los regímenes de gobierno. No estoy de acuerdo. Nos ha tocado vivir en una época en la que los capitalistas astutos se las arreglan para contratar a los mejores publicistas con el único objetivo de perpetuarse en el poder o de ayudar a que sus amigos de clase sigan en el trono. Lo único importante es crear la apariencia de que estamos en una República digna. Mientras tanto, preparan sus discursos llenos de oropeles diciendo que rechazan la guerra porque ataca la libertad de la mentada, sacra y falsa Republica.

Los ricos no necesitan pensar los problemas filosóficos sobre el sentido de la vida, la pobreza creciente y el destino del mundo. Solo requieren que impere el reino de la acumulación del dinero y les basta con tener el teléfono del mejor “publicista” que, quizás, ha leído las teorías de Platón o de Adam Smith y que las usa para beneficio del cliente. Los ricos no se interesan por entender nada pero confían en que sus empleados especialistas en marketing político prepararán el mejor modo de engañar a los gobernantes de turno.

Las palabras pronunciadas en la televisión por los ricos con “buena conciencia” se ajustan a lo previsible y a la lógica de lo políticamente correcto. Crean asociaciones de beneficencia, envían fondos para hospitales, regalan comida o compran un colchón para los inundados. Y se asombran cuando un grupo de humildes desnutridos quieren cambiar las cosas o protestan porque no tienen para comer. Por supuesto, nadie entre los ricos habla de que es fundamental romper con el capitalismo. 

Estamos tan mal en nuestro mundo que los últimos líderes que criticaron al capitalismo fueron los papas Juan Pablo II y Francisco.


Photo by: Pablo BD ©

Hey you,
¿nos brindas un café?