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arturo serna
Photo Credits: Rui Rocha ©

Los pobres y el pobrismo

Ciertos lectores católicos y liberales, atrapados en su ceguera individualista, creen que la pobreza de la clase popular se puede curar sola. Amparados en la lógica artera del precario individualismo neoliberal, entienden que un pobre es pobre porque quiere serlo y no porque no tiene una salida viable y material de la pobreza. El que tiene hambre lucha hora a hora para conseguir lo más preciado. Y no dispone de tiempo ni ganas para reflexionar sobre los resortes de su pobreza. Su situación es el efecto de una falla estructural en la sociedad y no el resultado del deseo individual o del mérito personal. La falsa teoría del mérito tiene en cuenta lo menos importante y descuida lo fundamental. Las personas vivimos en sociedad y muchas de nuestras necesidades son derivadas del entorno social y no surgen como un acto de magia por rápida voluntad personal. De este modo, un pobre no elige la pobreza. Si las miserias de la vida pobre se pudieran solucionar por un golpe de magia, los pobres elegirían no ser pobres. La pobreza es el efecto miserable de una situación que los excede.

Nadie –ni siquiera el más obtuso de los peronistas– cree que el pobre aspira a eternizarse en la pobreza. Cuando el papa Francisco dice que la iglesia debe ocuparse de los pobres y no de los ricos no está diciendo que él desea que siempre haya pobres. ¿Quién podría querer algo así? Solo los ricos buscan eternizarse en la riqueza (y esa una de las razones de que siga habiendo tantos pobres). Lo que dice el papa es que los ricos ya tienen quién los defienda porque precisamente los ricos son los dueños de los medios de producción y generalmente están aliados con los poderosos. En cambio, los pobres no solo están desprotegidos sino que no disponen de ningún medio para mejorar su existencia atravesada por la carencia. Ojalá que los políticos y los católicos ricos (y también los liberales pobres) entiendan alguna vez esta cuestión y ayuden a encontrar una salida a la pobreza estructural de la clase baja en nuestra diezmada sociedad.

Aunque el papa Francisco es una persona con tremendas limitaciones de pensamiento, no creo que practique o sea partidario del pobrismo. El pobrismo liberal –la idea de que el pobre es pobre porque quiere serlo– es más bien la ideología del rico, o sea de aquel que no hace nada para que haya más igualdad entre las personas.


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