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sergio marentes
Photo Credits: Ernest Duffoo ©

Los miembros de la mente

Ya se sabe hace mucho que los seres humanos pueden regenerar las partes del cuerpo de su preferencia, pero lo que ignora la mayoría es que hay unas personas que las tienen más al alcance de la mano de lo que nos imaginamos, valga la imagen redundante. En los mercados negros, por ejemplo, hay vitrinas repletas de toda la curva de tallaje, la de color y la aromática, en caso de que el cliente sea alérgico a alguna raza, alguna costumbre cultural de limpieza o a alguna disposición genética vulgar. Hay toda una variedad de marcas, fabricantes, especificaciones técnicas, garantías especializadas, etc. es cuestión de economía y sociedad el hecho de poder ir y comprar. Y se preguntarán los más adelantados el porqué de mi mención a los estantes y mostradores que enseñan lo que en principio se dijo que era renovable y, como cabría suponer, gratis. Pues tiene que ver precisamente con eso, el hecho de que, en ocasiones, aunque todos tenemos los mismos derechos no tenemos los mismos deberes. Así con la genética, con la sociedad y con el arte.Porque hay que reconocer que un gran artista no tendría la misma reconstrucción que la de un hombre que a duras penas sabe leer y escribir su nombre en forma de equis. Se sabe desde siempre que la imaginación tiene más de libertad que de derecho.Y es aquí a donde quería llegar justo a usted, desconocido lector, para que nos preguntemos si, aunque tuviéramos el mismo dios, las mismas leyes, los mismos genes, las cosas irían como dicen los libros sagrados que deberían ir a la hora que nos faltara, por ejemplo, la misma extremidad. Y, aquí espero no contradecirle, la respuesta para mí es simple, es no. Rotundamente no. Todo porque, aquí sí seguro concordaremos, el universo mismo se rige por el capricho de un viento cósmico, de un rincón más iluminado de una galaxia, o del más tibio y propicio para lo que llamamos vida.No tienen la misma suerte, según nosotros, la especie más engreída del universo, quienes nacieron en la tierra que quienes no. Y no es igual haber sido un humano desde siempre, desde mil generaciones antes de nacer, que serlo luego de que esta, como una extremidad, se haya regenerado con cualquier forma. Nunca será igual el camino para el que tiene callos que para el que no, ni siquiera en la extensión, pero de eso que se encarguen los matemáticos, no los que solo sabemos sumar, restar, multiplicar y dividir palabras.

En el fondo del auditorio hay alguien que me interrumpe para preguntar la forma para regenerar las partes del cuerpo. Lo hace con sus gestos, que son la extensión de la mente,aunque quien me habla, sin saberlo, no lo sepa. Con la imaginación, le respondomientras sigo leyendo ese discurso que escribí a modo de cuento y del que nadie se ha percatado ni lo hará hasta que termine.


Photo Credits: Ernest Duffoo ©

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