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paola maita
Photo Credits: Skeletalmess ©

Los huevos del miedo 

La primera vez que fui realmente consciente de cuánto me había afectado todo lo que viví en Venezuela fue a los pocos días de haber llegado a España. La situación no pudo ser más sencilla. Salí corriendo al supermercado a comprar una docena de huevos porque se iban a acabar. La verdad es que en la nevera había por lo menos 7. En aquel momento solo estábamos mi esposo y yo en casa. ¿Cuándo nos íbamos a acabar 7 huevos en una sentada? Y si lo hacíamos, ¿es que acaso no habría más en cualquiera de los 5 supermercados que quedan en un kilómetro a la redonda? No me costó mucho darme cuenta que era una consecuencia de mis vivencias. Una de las tantas.  

Hace unos días deseé que todas las secuelas de la situación de Venezuela fueran tan fáciles de comprender y de superar. Cuando mi mamá me dijo que se había vuelto a ir la luz, sentí más miedo que cuando ocurrió el primer apagón nacional a inicios de marzo.  

Ahora, todos sabemos a los extremos inhumanos a los que pueden llegar estos cortes. “¿Será igual o peor?” es la pregunta que todos tenemos en la cabeza, porque nunca consideramos que será más fácil. 

Creo que el miedo será la secuela más dura de enfrentar en los años venideros, porque quizás sigamos viendo monstruos en las esquinas.


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