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Melanie Márquez Adams

Los dos lados del parque – Un retrato sureño después de las elecciones

Rosco, un perro de raza indefinida rescatado hace cuatro años de un albergue, trota y husmea hiperactivo sobre la alfombra de hojas crujientes que abriga uno de sus lugares favoritos de la pequeña ciudad; un parque que se anida ocioso en pleno centro de Morristown, Tennessee. Interrumpe su paso ligero al descubrir un par de mesas alargadas de madera, estacionadas a un costado del camino de césped y asfalto.

En la de la izquierda sobresalen un par de cajas con queso pegoteado, portando el logo rojo, blanco y azul de una marca de pizza. Tres botellas robustas de un líquido azucarado y oscuro complementan el festín. En la mesa de la derecha, al lado de un cerro de tortillas doradas, los recipientes rebosan con una salsa de color encendido; un humo delicioso flota atrevido desde el grill. Al borde de las tablas astilladas, un teléfono baila al son de una melodía pegajosa. La alegría de las trompetas y guitarras no logra penetrar la parsimonia que se desprende desde la congregación vecina.

Las dos familias, cada una en su esquina respectiva dentro de un mismo parche de césped, disfrutan del clima templado de este sábado de otoño, rodeados de árboles, ardillas saltarinas, gente trotando, niños gritando alrededor de los columpios y mascotas que miran ansiosas las migajas que caen de las mesas. Están tan cerca estas dos familias que podrían extender sus brazos y tocarse…

Los habitantes de cada lado del parque han aprendido a esquivar la mirada, a pretender que los otros no existen. Rosco, que no sabe de límites ni diferencias, se aventura a buscar una sobra de pizza o de tortilla en el medio de las dos mesas, en la separación de dos parques dentro de un parque, allí en el borde de lo que parecen dos ciudades dentro de una ciudad.


Photo Credits: Cristina Roman

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