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Lorena la de pies ligeros
Lorena la de pies ligeros

Lorena, la de pies ligeros

Hoy en día, es común encontrar en todas las plataformas digitales que incluyen al género documental como parte de su oferta, retratos de celebridades y personalidades de reconocimiento mundial. Las caras de ciudadanos comunes, suelen encontrarse con mayor frecuencia en documentales donde el relato supera la relevancia de quien lo protagoniza, dejando a éste en segundo plano. ‘Lorena, la de pies ligeros’ (Netflix, 2019) es un documental que desafía este lugar común.

Se trata de un corto de 28 minutos que retrata a Lorena Ramírez, una joven perteneciente a la comunidad indígena Rarámuri, al norte de México, en el estado de Chihuahua. Es una etnia reconocida por la cantidad de corredores que han representado con orgullo sus raíces alrededor del mundo, alabados por su resistencia y talento para correr los llamados ultramaratones.

Este documental, dirigido por Juan Carlos Rulfo, está lejos de ser otro de esos que se aprovechan de una historia cuyos protagonistas no tienen oportunidad de contar. Por el contrario, los incluye y honra haciendo de su lengua, la Tarahumara, el idioma predominante en la pieza. Somos nosotros, la audiencia, quienes debemos poner el interés suficiente para entender la historia a través de los subtítulos.

El documental sigue a Lorena en diversas carreras en las que compite haciendo caso omiso de la acostumbrada vestimenta que utilizan los corredores. Ella corre en sandalias, las que utiliza todos los días en el pueblo donde vive; viste coloridas faldas, autóctonas de su comunidad, y carece de todos los implementos que utilizan los corredores; no le hace falta reloj para medir su velocidad y pulso, ni se arma de horas de música para distraer la mente durante la batalla contra las largas distancias.

A Lorena se la ve correr con gracia y determinación. Es reservada y misteriosa, comparte pocas palabras ante la cámara, las cuales en su mayoría salen en el marco de una conversación con su hermano, con quien pareciera tener una tierna complicidad. Se nota su incomodidad ante la cultura de alabar a los atletas, se deja abrazar por quienes la admiran y le piden una foto pero es evidente que no le gusta la atención. En la mayor parte del documental se la ve meditativa y serena.

Mas allá de la estética del documental y la habilidad para captar la esencia de Lorena, hay dos elementos que hacen de esta pieza algo más profundo: cantos y viñetas poéticas en lengua Tarahumara. Ambos, apoyados por imágenes de los vastos paisajes que vieron crecer a Lorena, explican más sobre su comunidad y su cultura, aportando sensibilidad a la historia sin hacer juicios de valor.

Lo que hace especial a este documental es la manera en que logra mostrar la belleza de Lorena y su cultura, sin ignorar importantes detalles como el que la familia viva en una casa pequeña sin ningún tipo de comodidad y que sólo los hombres hayan sido quienes han tenido la oportunidad de estudiar. Lorena confiesa que su objetivo es siempre ganar para obtener dinero para su familia. “No es ningún juego“ dice frente a cámara.

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