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paola maita
Photo Credits: Monica H. ©

Lo que no nos contaron cuando éramos niños (Parte II)

Tío Tigre y Tío Conejo pueden ser unos de los personajes más conocidos de la narrativa venezolana. Cuando los personajes de ficción se cuelan en nuestro día a día, también lo que representan comienza a hacerse común. Al final del día, esos personajes son producto del imaginario popular por algún motivo. De una manera u otra, representan una parte del grupo social que los crea.

En el caso de estos dos animales, lo que sus cuentos representan está más que claro: la viveza criolla. En ocasiones, Tío conejo es capaz de escapar de las garras de Tío tigre gracias a alguna treta que lo engaña. Otras veces, le hace observaciones que se aprovechan de la falta de astucia del tigre, pero siempre sale ganando el conejo.

Podría entenderse que es una representación del sentido de supervivencia que está en todos nosotros. ¿Es que acaso cuando la vida está en juego, la moral pasa a segundo plano?

En situaciones de vida o muerte, comprendo que todo sea válido. El problema está en que esta flexibilidad de la moral a veces puede ir extendiendo su alcance, llegando a lugares de normalización que nos impiden avanzar como sociedad.

Para nadie es secreto que la viveza criolla es un mal que nos atañe a todos los venezolanos, y si no, que levante la mano el que nunca se haya saltado una fila o la luz del semáforo, o ha tratado de tomar el camino corto en cualquier trámite administrativo.

Hace unas semanas, cuando una amiga me pidió que le sugiriese un cuento venezolano para leer en una actividad del colegio de su hija, recordé a este par. La última vez que recuerdo haber pensado en ellos es en un salón de mi colegio al que no puedo ponerle un año definido.

En aquel momento, creo que me parecían dos personajes muy graciosos, porque con la edad que supongo que podría haber tenido en aquel momento, no tenía las habilidades analíticas necesarias para ver lo que ahora me es evidente: Estas historias son una oda a la viveza criolla.

Entiendo que como adultos tenemos la habilidad necesaria para saber que la moral no es blanca y negra, y que podemos tomar decisiones asumiendo sus consecuencias. Aun así, no dejo de cuestionarme qué sería de nosotros como sociedad si no tuviésemos a estos dos personajes rondando entre nuestros más tiernos recuerdos.


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