Somos una revista independiente que sobrevive gracias a tu apoyo. ¿Quieres ser parte de este proyecto? ¡Bríndanos un café al mes!
Paola Maita
Photo Credits: minoru karamatsu ©

Lo que me recordó Mrs. Maisel

The Marvelous Mrs. Maisel es una de esas series que comencé a ver sólo porque podía devorármela en un día. El argumento de un ama de casa en los años 50 que intenta ser comediante quizás no suene muy atractivo, pero vaya que está bien hecha. Personajes bien desarrollados, un vestuario que quisiera ponérmelo todo, coherencia narrativa y humor inteligente pero no demasiado sesudo son de las primeras cosas que se me vienen a la mente cuando pienso en describirla.

Cuando leemos una sinopsis, a veces una historia o un personaje pueden parecernos remotos, como si perteneciesen a una galaxia diferente a la nuestra. ¿Cómo logramos forjar conexiones con historias de personas que pueden o no ser de nuestro tiempo, de nuestro entorno, e incluso con criaturas que sólo existen en nuestra imaginación? ¿Cómo podría haber una relación entre Mrs. Maisel, una mujer judía de los años 50 con dos hijos que intenta ser comediante y yo, una mujer atea de los 2000 sin hijos?

Los puntos en común entre lo que somos y lo que consumimos en la televisión, cine, literatura, música, etc, no siempre son tan evidentes. Como psicólogo, entiendo que el inconsciente funciona de manera metafórica y atemporal, con mecanismos como la proyección (ver o poner afuera algo interior) y la identificación (tomar para sí mismo algo externo, moldéandose con ello); pero una cosa es cuando lo leo y otra cuando lo vivo. Como todo.

El arte siempre ha sobrevivido a los tiempos y sus circunstancias porque necesitamos entendernos, ver qué tenemos adentro y qué de eso es común con el otro. Por eso nos reímos, lloramos o nos asustamos con las historias ajenas. Me quedé enganchada con Mrs. Maisel porque me recordó que como artistas siempre podemos encontrar otra persona con la cual resonar y tenemos nuestros propios paradigmas qué romper. Siempre habrá un otro sin voz que utilice la nuestra como vector y un yo que espera el sonido de ese eco de vuelta.

No, no pretendo estar descubriendo nada trascendental o copiarme algo de algún libro de autoayuda, sólo escribo para que me sirva de recordatorio de lo que me engullí durante ocho horas, y por si acaso le sirve a otro.


Photo Credits: minoru karamatsu(柄松稔) ©

Hey you,
¿nos brindas un café?