Pessoa camina bajo la lluvia. Piensa en sus poemas y en su amor. Piensa en su amor.
Lleva un paraguas negro y liviano y en su mano oculta un poema secreto. Lleva, sigiloso, feliz, un poema. Pero no sabe quién es el autor. Ese es su sueño. Ese es el sueño de Pessoa: perderse en el anonimato.
Lento, camina, solo, sin rumbo. Eso es lo que más le gusta: caminar.
Es una vereda solitaria y parca de Lisboa, una rústica vereda portuguesa. Tiene los adoquines dispersos y azarosos, como si ahí se cifrara la vida del caminante.
¿Hacia dónde va Fernando Pessoa?
Camina y no espera y no entiende y eso le provoca un placer inconmensurable.
¿Qué hora es? Nadie lo sabe. Y no importa.
La lluvia es ubicua y la melancolía es la lluvia. El agua cae sin porqué.
Photo Credits: Ramiro Clemente