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Librería McNally y ViceVersa, testigos de una evolución

La comunidad latinoamericana radicada en Estados Unidos ha ido creciendo, a nivel intelectual, de manera constante aunque casi imperceptible para la mayoría. No hay nada más difícil que combatir clichés y lugares comunes y nuestra comunidad está marcada por el sello de la pobreza, la clandestinidad, la falta de educación.

En el pasado los procesos migratorios fueron en su mayoría producto del hambre y la violencia de las guerras. Representaron una excepción los exiliados políticos, los anárquicos europeos, los que huyeron del comunismo de la Unión Soviética, de la persecución nazi, del fascismo italiano y del franquismo español. Pero estas excepciones siempre han sido una isla en medio del mar de los inmigrantes comunes.

Las comunidades de migrantes, así como todas las otras, son seres vivos, en constante evolución. La historia muestra el largo camino de los italianos, los españoles, los griegos, los portugueses. Esos desplazamientos que, en muchos casos, empezaron a comienzos del siglo pasado, estaban conformados por individuos pobres y semianalfabetos. Sufrieron la discriminación y la xenofobia de las sociedades en las cuales iban a insertarse, y para las cuales fueron solamente brazos durante decenios.

El gran rescate de las comunidades de inmigrantes llegó a través de sus hijos y sus nietos. Poco a poco las nuevas generaciones se fueron insertando en el mundo de los cerebros y no solamente en el de los brazos y su aporte finalmente tuvo el reconocimiento que merecía.

La comunidad latinoamericana de Estados Unidos está viviendo ese mismo proceso de crecimiento. Los padres y abuelos aceptan cualquier sacrificio con tal de ver a sus hijos y a sus nietos estudiar y crearse su espacio en el mundo de la excelencia. Y lo están logrando. Las nuevas generaciones llegan a las Universidades y cuanto más estudian más aprenden a respetar y apreciar las culturas de sus orígenes.

Paralelamente van llegando jóvenes sumamente preparados, quienes han cursado estudios universitarios en sus países. Ya no huyen de la pobreza sino de la falta de futuro, del ahogo al que estarían sometidos en naciones donde la democracia se erosiona cada día más a pesar de los procesos electorales y la violencia cobra sus víctimas sobre todo entre los de su generación.

Esta nueva población emigrante, grave desangre para los países incapaces de retenerla, representa una riqueza inmensa para los que la reciben. Ellos no son una isla, son parte integrante de nuestra comunidad y contribuyen al crecimiento intelectual de toda ella porque no se avergüenzan de sus orígenes, conocen las fortalezas y las debilidades de sus culturas, saben que tener dos idiomas es más enriquecedor que hablar solamente uno y no sienten la necesidad de dejarse asimilar. Suman y con ese sumar traen la creatividad, la sed de cultura, la capacidad de superar situaciones de emergencia y la fortaleza del que sabe que los sueños se realizan trabajando día a día.

Son procesos que quedan en un estado de invisibilidad hasta el momento en el cual explotan y se hacen visibles. Pero si los vemos antes podemos acompañarlos, ser parte y testimonio de ese crecimiento. Es lo que está haciendo la librería McNally que, gracias al trabajo de Javier Molea y a su energía arrolladora,  ha ido transformando un espacio de libros en español en el lugar donde se concentran todos los latinoamericanos que viven o transitan en Nueva York y aman la escritura y la lectura. Es el lugar en el cual se presentan los mejores libros en español, llegan los más importantes escritores de habla hispana y que docentes y alumnos universitarios consideran la “casa” en la cual reunirse y presentar sus trabajos.

Es el espacio ideal para inventar una “Universidad desconocida” de igual calidad de las conocidas y en el cual echar las bases del Sindicato de escritores en español.

Era casi natural que el camino de ViceVersa y el de McNally se cruzaran. Desde diversos medios y con distintas herramientas, ambas instituciones creen y persiguen los mismos objetivos.

Para el equipo de ViceVersa ha sido muy significativo poder hacer su primera, informal presentación en la librería McNally, y más aún poder hacerlo en una noche tan especial y tan concurrida en la cual música y poesía se mezclaron en perfecta armonía, las ganas de aprender eran tan fuertes como las de enseñar, y la literatura dejó de ser un disfrute solitario para transformarse en una fiesta colectiva.

Nuestra comunidad crece y pronto va a ser evidente para todos el oro que encierra al transformarse de brazos en cerebros.

McNally lo entendió hace muchos años, nosotros acabamos de nacer pero la pasión y la energía son las mismas.

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