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paola maita
Photo Credits: Denise Coronel ©

Las promesas errantes

A mis amigos

Al comienzo, fueron pocas las promesas que nos hicimos de reencontrarnos. No era necesario que fuesen muchas. ¿Qué era lo peor que nos podía pasar?

Transcurrieron los años, las promesas fueron acumulándose y los destinos esparciéndose. Volveremos, dijeron unos, nos visitaremos, hasta el próximo año, dijeron otros. ¿Habrá alguien que desde el inicio dijo hasta nunca?

Ahora son tantas que parecen un formalismo en nuestras despedidas, algo por hacer para no sentirnos peor. La realidad se ha vuelto tan hostil que nos aferramos a esas palabras para intentar convencernos que quizás algún día todo estará bien, y que esas oraciones formuladas en un futuro sin fecha ni forma definida no hayan sido más que palabras vacías.

Algunas de mis primeras promesas fueron hechas para encontrarnos aquí en Venezuela, pero el país se me ha desdibujado tanto que la palabra “aquí” perdió su precisión y se extendió hasta Bogotá, Miami, Nueva York, Boston, Londres, Lima, París y otros tantos lugares más. Aún no he pronunciado palabras como El Cairo o Estambul, así que eso me permite tener la esperanza que “aquí” no termine siendo un territorio inabarcable para mis promesas.

Tenemos un país roto por los momentos, pero todavía podemos mantener la esperanza de no romper nuestras promesas y de cumplirlas “aquí”, cualquier cosa que queramos que eso signifique.


Photo Credits: Denise Coronel ©

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