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Juan Rondón

Las afueras

Mi mente es la mejor trampa de personas, una vez que entran nunca salen. Claro, pero tienes que saber que el cazador al final siempre es el cazado, te toca construir más puertas, pasar más candados, disponer de más tiempo y te vas dando cuenta que la trampa se va volviendo una gran casa, la gran casa, que siempre has soñado donde todo el mundo cabe, con grandes ventanales que dejan ver quiénes están adentro y tarde te das cuenta que para ver hacía adentro eres tú el que se queda afuera y ya tu casa es la casa tomada. Tus abuelas, tus tíos, tus grandes amigos, los del rugby, los que escriben, hasta yo estoy ahí, todos estamos callados como si se tratase de una fiesta sorpresa que preparamos. Nos vemos entre nosotros y si hablamos, hablamos de ti, ya está por llegar, decimos, puede ser que yo me distraiga pero los escucho, sé lo que dicen. Sí, quizá, te estaba contando algo. Te corté, lo siento. No, no me cortaste, la cuestión es esa, se hace grande la casa y adentro es una ciudad donde todo se mezcla, por ejemplo veíamos la final del mundial de rugby y terminamos celebrándola en una escuela de música escuchando la milonga de la luna tocada por franceses sin un argentino o uruguayo en la asistencia. Luego uno de esos tantos excéntricos con su pareja excéntrica comienza a tocar el piano excéntricamente y su mujer baila sutilmente y comienzas a reconocer las notas y vas y preguntas y responde el excéntrico que es une petite chanson de Noël du Venezuela, je crois dice, excéntricamente. ¿Ya sabías que era Niño Lindo? Sí, lo sabía. ¿Para qué preguntas las cosas que sabes? Entonces bajé las escaleras y entré al mantra, trance, centro de conferencias de Montpellier con las entradas en las manos mientras las cosas se seguían mezclando. ¿Los invitaron? Sí, por el grupo de baile que tenemos, entonces vi la película y es la historia de la novela que llevo escribiendo, piensas que en algún momento ya habías visto esta película pero no lo recuerdas y por eso es que escribiste la historia que esta película contaba y te dicen que es imposible porque la película se terminó este año y justo era su estreno. A la mierda digo, y salimos a caminar por la explanada donde todo parece estar bien y le cuento que mi mamá se puso a llorar por skype porque no puede venir a verme y ahí mismo ella me cuenta sin llorar que su mamá está en Paris de turismo, después de dos años sin verse, y no muestra interés en venir a Montpellier a ver a su hija, entonces llega a mí una imagen de una moneda cayendo en la oscuridad y a nadie le interesa de qué lado cae o peor aún, nunca cae o quizá no existen los lados de la moneda porque una moneda es una moneda. Tú siempre caminas como si hubiese lugares en el cielo, distraído. Son las imágenes que aparecen, es que no sé hacia donde más mirar para encontrar las palabras que necesito, pero ese día caminamos la explanada Charles de Gaulle y de repente estaba en La place de la comèdie cantando La Marsellesa después de los atentados. Era durante el atardecer, y sonará demente, pero ahí, durante el canto, ha sido uno de los momentos de paz que más he experimentado en este país, como si todo ya hubiese terminado, todos reunidos aunque fuésemos desconocidos, todo bajaba de velocidad y por algunos momentos yo dejaba de estar encerrado, aquí, en las afueras.


Photo Credits: xden

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