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Gisela Heffes

La voz íntima de Gisela Heffes

El poemario bilingüe El cero móvil de su boca/The Mobile Zero of Its Mouth (Katakana Editores, 2020), de la poeta argentina estadounidense Gisela Heffes, es un caramelo que se derrite en la boca, pero nunca empalaga. Sus versos nítidos y depurados, del habla cotidiana, abarcan un verano en una ciudad distinta a la usual, donde su ajetreada vida de madre y académica toma un respiro. La poeta medita sobre su mundo inmediato, su familia, los objetos. También sobre el mundo y la gente que dejó atrás en la Argentina, así como los otros mundos y ciudades de la que también es parte. El título del poemario está inspirado en un epígrafe de José Emilio Pacheco, que reza: “Nunca sabré lo que intentaba decirme/el pez sin voz que sólo hablaba el idioma/omnipotente de nuestra madre la muerte”. Pero en El cero móvil de su boca/The Mobile Zero of Its Mouth (Katakana Editores, 2020) los labios de la poeta se mueven y tiene mucho que decir. Sus versos no están sumergidos en el agua, los escuchamos como una confidencia al oído.

Gisela Heffes es originaria de Buenos Aires, Argentina. Llegó a estudiar a Estados Unidos y nunca volvió a vivir en su tierra. Profesora de Literatura Latinoamericana en la universidad de Rice en Houston, Texas, también da clases de escritura creativa en español. Entre sus libros, se encuentran la antología Judíos/Argentinos/Escritores (1999), las novelas Ischia (2000), Praga (2001) e Ischia, Praga & Bruselas (2005), Cocodrilos en la noche (2020) y es co-editora de The Latin American Ecocultural Reader (2020). El poemario El cero móvil de su boca llega a nuestras manos en edición bilingüe, lado a lado, con la magnífica versión en inglés a cargo de Grady C. Wray, profesor de Literatura Latinoamericana y español de la Universidad de Oklahoma. Wray también ha traducido al inglés Ejercicios devotos de Sor Juana Inés de la Cruz, ficción de Luisa Valenzuela y la novela Ischia de Gisela Heffes. Katakana Editores, con base en Florida, editó este hermoso volumen con diseño de Elisa Orozco.

Escrito en un estilo llano, inmediato, que evoca a Mario Benedetti y Julia Santibañez, Gisela Heffes nos susurra al oído sobre un verano que representa un refugio a las obligaciones del diario. En ese paréntesis, Heffes tiene tiempo de ver todo de cerca, desde los gatos que llegan a visitarla, al desorden alegre de sus hijos pequeños, para pasar a unas meditaciones sobre el mundo, su violencia y sus múltiples extinciones. Su lugar de residencia habitual es Houston, Texas, una ciudad que con frecuencia se inunda. En su poema “Agua”, dice que las lluvias cada vez más frecuentes y el hecho de que hay tanto concreto en la ciudad dan lugar a más inundaciones,

“Entonces hay que abandonar la vivienda y mudarse.
Hay que tirar los muebles.
Hay que vaciar el hogar.
Mi esposo quiere comprar un bote inflable.
Dice que pronto el barrio yacerá bajo el agua”.

Heffes habla indirectamente del calentamiento global. Este y otros poemas como la serie Extinciones reflexionan sobre un mundo natural mercantilizado que devoramos rápidamente, parte de su temática que aborda la ecopoesía. Nos hace ver las repercusiones a través de los ojos de los niños, para quienes cuando crezcan quizá ya no existan ballenas. Pero la poeta en realidad tiene varios hogares o “homes”. El recuerdo de su padre y de su Argentina querida nunca están lejos de su mente y recuerdos, pero también otras ciudades en las que ha tenido la oportunidad de vivir. En su poema “Homes”, a la pregunta de una mujer “Where is Home?”, ella responde:

“Le dije que tengo muchos homes.
…Hay muchos homes, le expliqué.
No sólo uno”.

Le preocupa pensar si no será un desarraigada, pero a la vez este y otros poemas atestiguan un cambio de conciencia, en que se da cuenta de que se necesita muy poco para vivir bien, y donde

“…mi home es “móvil”: mi familia, mis hijos, mi esposo.
Mi mamá, mi hermano, mis sobrinos.
Los amigos”.

Además de la destrucción de los ecosistemas, Heffes nos comparte varios poemas políticos sutiles, que se viven desde un lugar personal. Como el poema Odio, donde se respira la xenofobia, vista desde la matanza en un supermercado de El Paso, Texas, donde un hombre blanco ha matado a muchos por el solo hecho de ser latinos. Le aterra ver cómo se desmorona la tolerancia, cómo afloran el odio y el resentimiento contra los que se considera como diferentes:

“Soy mujer.
Soy judía.
Soy latina.
God Bless America?
Somos vulnerables.
Somos la otredad”.

Pero al vivir solo con lo básico durante un verano, sin maquillaje, ni ropa de trabajo, sin joyas, con algunas mudas de ropa y ya, la vida se simplifica y hay atisbos de otras maneras de vivir. En el poema Felicidad estival, la poeta se deleita en un paso más relajado, en calles coloridas, flores y pájaros: “Es más fácil ser madre en verano que en invierno. /…En el verano volvemos a ser personas”.

Y como todo lo bueno, el verano llega a su fin. En el poema Final, esa agradable estancia en otra ciudad pronto será un recuerdo, algo que poco a poco se empieza a desvanecer:

“Con el verano se apaga la magia de volver a vivir
en una suerte de limbo o suspensión.
Una pausa en la que las responsabilidades se vuelven flexibles”.

Junto con Gisela Heffes, el lector también vive ese verano que le recuerdan a otros veranos, otras pausas, otros días sin forma. El cero móvil de su boca es un poemario amigo que igual te acompañará con el café, que dentro del encierro de la pandemia.


Este artículo salió publicado en Hablemos escritoras

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