Y tus piernas cada vez más largas
saben que no es bueno volver atrás.
La ciudad se nos mea de risa, nena.
Eiti Leda
Es todo. Lo que sea que sigue a un aullido. Lo que sea que pasa 60 años después de la primera tarde en que sonaron The Beatles. La canción. Dylan y Kurosawa. Kubrick y Chopin. Breton y el romanticismo con las uñas largas y negras. Los ojos rojos. El día siguiente al fin del mundo. La esperanza. La ternura, lo que sea. García componiendo canciones ofrece los huesos del género. Desde hace más de una década todas las canciones son versiones de las versiones de ese mismo tema. La melodía vence siempre, tarareable. Tanto, como para suponer (y superar) el lugar de los coros, el estribillo. Tú completas la canción. Tú termina la letra. Al final: tú termina o encárgate de entender.
Efectivo al cien, García nos comunica y emociona, conmueve con la chispa maldita que es su idioma, la música que es su talento. No importaban los discos o los temas nuevos porque ya están: las compuso todas. Me emociona vivir y saberlo vivo, respirando los aires raros de estos tiempos y ofreciendo, una vez más su propia exhalación. La máquina de ser feliz no puede dar. No sabe. No tiene por qué. Say no more.