Jamás pensé que escribiría crónicas ni mucho menos que alguien las leería, alguien más aparte de mí.
Recuerdo cuando le escribí a Juan Luis Landaeta en el 2015, el editor asociado de ViceVersa Magazine para aquel momento y con quien yo había cruzado caminos en el colegio; para preguntarle si podía colaborar con ellos. Para entonces, ViceVersa sólo era un magazine que recién había encontrado en Facebook a través de un conocido, una página más en Internet.
Su respuesta fue “Mándame un texto de prueba”, además de los saludos cordiales respectivos de quienes se han visto en algún momento. Debo confesar que estaba aterrada. En mi costumbre de “apostarle al caballo perdedor”, esperaba que me dijese un amable “no” y concluir el asunto ahí, pero me había metido en un paquete para el que no sabía si estaba preparada o no.
“¿Y ahora de qué rayos escribo?”, pensé. Me sentí en aprietos. Un texto de prueba con tema libre me sonaba a “te doy 30 segundos para que te presentes”. Volteé a ver qué tenía cerca y vi el libro “Cerati en primera persona” sobre mi mesa de noche. Era un tema con el que me sentía confiada porque me ha gustado Cerati desde que era adolescente y era la segunda lectura del libro. No pensé que el infame “texto de prueba” se convertiría en mi primer artículo publicado, ni mucho menos en que sería algo que aguantaría la prueba del tiempo.
Hoy lo volví a leer y pensé, “Hey, qué bien resultó el experimento”, porque aquello que comenzó como una prueba, un vago intento por escribir públicamente, se ha transformado en un ritual semanal que sólo bajo poderosas razones he roto un par de veces.
Pensar en temas para crónicas y artículos de opinión semanalmente no sólo se ha convertido en un ejercicio creativo y de disciplina, sino en uno de observación tanto de mi entorno como de mis pensamientos. Después de haber hablado de libros, política, misses, premios Nobel, terrorismo, ficciones… Pareciese que los temas se van agotando, pero he ahí la maravilla de engancharse al vicio de pensar para escribir: Los pequeños detalles del mundo, tanto interno como externo, se convierten en pequeños universos infinitos para explorar.
Photo Credits: Rodolfo Vargas ©