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abortion argentina
Photo Credits: Trevor Mattea ©

La victoria de unos, es la victoria de todos 

Lento, difícil, es el camino que transitan las mujeres para lograr el reconocimiento de sus derechos. Aún los países más avanzados disimulan celadas, mimetizan engaños. El machismo incrustado en muchas sociedades y la mirada patriarcal de la mayoría de las religiones, construyen una pared sólida contra la cual se estrellan los derechos de las mujeres hasta en los países donde existen leyes que los garantizan. 

La violencia doméstica es un mal que atraviesa transversalmente todas las naciones, la diferencia de sueldos entre hombres y mujeres en igual condición laboral es una práctica común, la sexualidad femenina es tolerada mucho menos de la del hombre y el aborto es un derecho del cual pocas mujeres en el mundo pueden gozar. 

Por esa razón consideramos una victoria histórica la que lograron en Argentina todas las personas quienes respetan los derechos humanos de las mujeres. La Cámara de Diputados, tras una sesión extenuante de 23 horas, votó a favor de la ley para la interrupción voluntaria del embarazo. Con un margen mínimo (129 votos a favor y 125 en contra) el proyecto de ley que permitiría interrumpir el embarazo hasta la semana 14 de gestación y en un plazo más largo en casos de violación, malformación fetal y riesgo de vida de la madre, deberá ahora superar el escollo del Senado. Allí los 72 parlamentarios de las distintas bancadas tendrán la enorme responsabilidad de decidir el futuro no solamente de las mujeres sino de toda la sociedad. 

Si bien muchos prefieren esconder la cabeza bajo la arena para evitar toparse con la realidad, será importante recordar a los senadores argentinos el número de mujeres quienes actualmente mueren o quedan con graves problemas físicos y psicológicos a raíz de los abortos clandestinos que representan la principal causa individual de mortalidad materna en ese país. 

Una situación que enfrentan sobre todo las mujeres de las clases sociales más humildes, quienes, al no poder pagar un médico competente, terminan en las manos de comadronas. 

Un aborto representa de por sí un momento difícil y doloroso para cualquier mujer y lo menos que puede hacer un estado responsable es ofrecerle la posibilidad de realizarlo en condiciones sanitarias seguras y salubres. 

Según un informe de la Organización Mundial de la Salud un aborto se considera seguro cuando es llevado a cabo por personas capacitadas que usan métodos recomendados por la misma OMS. En América Latina y el Caribe se estima que en el período 2010-2014 aproximadamente solo uno de cuatro abortos fue seguro y que anualmente cerca de 760 mil mujeres reciben tratamientos por complicaciones de abortos inseguros. En su mayoría son mujeres quienes viven en condiciones de pobreza y en zonas rurales. 

A esto hay que agregar que en algunos países, en los cuales el aborto es ilegal, la mujer puede ir presa. En muchos casos quien ha tenido que acudir a los hospitales por una mal práctica abortiva, ha sido denunciada por los mismos médicos y condenada a prisión por varios años, según la legislación del país. Desde los tres años previstos en Brasil, donde el aborto está permitido solamente en casos de estupro, riesgo para la vida de la madre y feto con anencefalia, hasta los 30-40 años de República Dominicana y los 50 de El Salvador. 

Actualmente el aborto es legal solamente en Cuba, Guyana, Guyana Francesa y en Uruguay dentro de las primeras 12 semanas de embarazo. En otras naciones como Ecuador, Paraguay, Perú, Bolivia, Chile, Panamá, Venezuela, Guatemala, Surinam y República Dominicana está permitido solamente en casos específicos. En México la legislación difiere de estado a estado, pero es legal en Ciudad de México. Y finalmente está completamente prohibido en El Salvador, Nicaragua, Honduras, Haití. 

La batalla para lograr la despenalización del aborto y dejar que las mujeres y sus parejas puedan decidir cuándo y cómo enfrentar el nacimiento de un hijo o de una hija parece interminable. Es un derecho que está constantemente en peligro. Al acecho están los grupos antiabortistas fanáticos y dispuestos a dar la batalla sin tregua. Es la espada de Damocles que nunca se aleja no solamente de las cabezas femeninas sino de toda la sociedad. Porque el aborto no es solamente un problema de la mujer sino de las parejas y de toda la sociedad. Controlar la natalidad, permitir a las mujeres solas o a las parejas, concebir y crecer a los hijos ofreciéndoles todo lo que ellos necesitan y merecen, es un derecho de cualquier ser humano, más todavía de quien estaría destinado a nacer en una casa en la cual no hay la tranquilidad económica o mental para darle calor de hogar. 

Sin embargo la historia se repite una y otra vez. Las maneras para limitar el derecho a la contracepción y al aborto seguro son muchas y de diverso tipo. En Estados Unidos, tras un largo período de tranquilidad, el actual Presidente, presionado por grupos religiosos y reaccionarios con fuerte influencia en su electorado, está decidido a reducir los fondos destinados a las clínicas que practican abortos legales y a la suministración de anticonceptivos.  

También volvió mucho más complicado y a veces imposible el acceso al asilo para las mujeres y niños quienes son víctimas de violencia y abuso sexual.  

Un paso más hacia la discriminación sexual, un paso menos hacia el respeto de los derechos humanos. 

Sin embargo, y a pesar de las muchas injusticias que todavía tiñen de negro el paisaje de los derechos de las mujeres, hoy nos unimos al júbilo que expresaron con una sola voz, las mujeres y los hombres argentinos tras el fallo de los diputados. Esperaremos optimistas el voto de los senadores. Un resultado positivo podría representar un primer gran paso hacia el reconocimiento de un derecho tan fundamental como el aborto, también en otros países de la región. 

Como en todas las batallas para los derechos humanos, la victoria de unos es la victoria de todos. 


Photo Credits: Trevor Mattea ©

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