Nadie lo vio desembarcar en la unánime noche…
Jorge Luis Borges
Hacia 1910 Enrique Banchs viajó por el país. Ese viaje no sería memorable si no hubiese dejado un libro único, impar: Ciudades argentinas (1910, reeditado por la Academia de Letras en 1983). En la crónica dedicada a Bahía Blanca, Banchs –no Borges– usa de forma memorable el adjetivo unánime. Después de referir la belleza quieta y silenciosa ligada al océano, Banchs arremete con su prosa lírica para sintetizar las virtudes escuetas de la Pampa bonaerense. Allí, de modo anticipatorio, Banchs dice que el tren en la soledad suena como «un anapesto de hierro golpeando en la unánime paz de los campos».
Borges leyó seguramente con admiración y en secreto este secreto libro de Banchs. Los lectores distraídos le adjudican hallazgos a Borges que no merece. Borges los tiene pero no en el curioso caso del incomparable uso del adjetivo unánime.