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amparo bohorque
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La Tierra Prometida tras los muros

«Partieron de Elim y la congregación de los hijos de Israel llegó al desierto de Sin, que está entre Elim y Sinaí, el día quinceavo del segundo mes después de su salida de la tierra de Egipto (…) Y los hijos de Israel les decían: Ojalá hubiéramos muerto a manos del Señor en la tierra de Egipto cuando nos sentábamos junto a las ollas de carne, cuando comíamos pan hasta saciarnos; pues nos habéis traído a este desierto para matar de hambre a toda esta multitud.» Éxodo 16:1-36

Éxodo, del griego ἔξοδος, literalmente “salida”. La palabra fue usada de forma simbólica para nombrar los textos religiosos del Antiguo Testamento que hablaban de la huida del pueblo de Israel hacia la Tierra Prometida, a través del desierto.

Caminando bajo el sol de la península, mujeres, hombres, niños y hasta bebés en brazos se desplazan a pie por las carreteras que cruzan de Guatemala a Chiapas. Huyen de la miseria, del hambre, de la violencia.

Caravana tras caravana, conforman el llamado “éxodo centroamericano”, cuyo destino es la Tierra Prometida, los United States of America, donde el salario mínimo legal es de cerca de mil pesos mexicanos por día. Por supuesto los que carecen de documentos no llegarán a ganar esa cantidad pero ¿qué importa? Es mucho, muchísimo más de lo que podrían siquiera soñar con acceder en sus países de origen.

El otrora fervoroso discurso de la legitimidad de perseguir el sueño americano parece que sólo tuvo aliados cuando los beneficiados eran los mismos mexicanos. Los mismos discursos xenofóbicos y clasistas en boca de políticos del norte que se critican día a día se repitieron con otras palabras, en otro idioma, pero con el mismo sentimiento dentro de nuestro país para apoyar la decisión del gobierno mexicano de frenar el paso por nuestro territorio a los hermanos del sur.

Dos días antes de que se hiciera oficial el acuerdo con (o demanda de) el presidente Donald Trump, la Guardia Nacional ya estaba llegando a la frontera sur. Por medio de la fuerza o apelando al cansancio que puede producir un viaje de tales proporciones, guatemaltecos, hondureños, salvadoreños, haitianos, y cubanos son regresados por esta a sus países, o simplemente devueltos tras la línea que marca el fin de “mi” tierra y el principio de la tierra “de otros”.

Los operativos militares de la Guardia Nacional se encuentra cubierta por elementos que se identifican con uniformes de la Secretaría de Marina, el Instituto Nacional de Migración, la Policía Federal y la Policía Militar, para disfrazar de legalidad su implementación en 11 estados para interceptar a los migrantes. Esta acción es bajo cualquier efecto, una violación en contra de los derechos humanos y el principio de No Devolución, y más allá, una no solución en un país que ha fallado sistemáticamente en garantizar la atención y reconocimiento a peticiones de refugio legítimas.

Esta decisión deja, por otra parte, una sociedad mexicana que se ha escindido entre un sector conservador que no votó al presidente actual que siempre ha priorizado lo económico defendiendo por primera vez una causa civil, y un sector que dio su voto al presidente justificando una decisión que conlleva efectos devastadores a miles de vidas humanas a cambio de una estabilidad económica con el país.

Pero sobre ambos sectores y los que no pertenecen a ninguno, todos nos llevamos, como los egipcios, una mancha de vergüenza que no se borrará nunca de la historia.


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