La simbología hermética de las civilizaciones

Hace pocos días ha salido al mercado la última obra del escritor español Jesús Ávila Granados: “Simbología sagrada” (Las claves ocultas de la historia de las religiones). Es el libro número 107 de su vasta producción literaria. En sus páginas, el lector cuenta con las claves necesarias para saber interpretar cualquier símbolo de las principales culturas que han dominado la historia del mundo desde la noche de los tiempos. Esta obra, editada por Diversa Ed. (ISBN: 978-84-94 608 186), obedece a la necesidad de comprender los numerosos enigmas que el arte ha mantenido ocultos en las singulares realizaciones artísticas (escultóricas, pictóricas, arquitectónicas…). Con este manual, al lector le será mucho más fácil asimilar las causas de los apogeos de las civilizaciones, tanto de Oriente como de Occidente, y, al mismo tiempo, colmar muchas expectativas y abrir nuevos horizontes que, hasta ahora, estaban ocultos esperando el momento de poder ser desvelados. No es un libro cualquiera, sino una Enciclopedia que desnuda los momentos oscuros de la historia de la Humanidad.

 

Cuando nace la escritura termina la prehistoria y comienza la historia. Todas las civilizaciones han tenido que utilizar un sistema de signos para transmitir unos pensamientos y unos mensajes capaces de ser aprehendidos por toda la sociedad de su entorno. El símbolo es la cara visible de lo invisible. Y de acuerdo con la semiótica, un símbolo es la representación de una idea.

El sociólogo y filósofo francés Émile Durkheim (1858-1977), autor de Las formas elementales de la vida religiosa, dijo en una ocasión que la división del mundo en dos campos, comprenden uno todo lo que es sagrado, el otro todo lo que es profano, tal es el rasgo distintivo del pensamiento religioso.

Con ello, asimilamos la importancia que, para todas las culturas y civilizaciones del mundo, ha tenido lo sagrado. Y llegamos a uno de los principios más elementales de la geometría sagrada que se halla en la máxima hermética: como es arriba, así es abajo; uno de los conceptos claves para comprender los laberintos. La geometría sagrada es un sendero que nos lleva a entender cómo somos, de dónde venimos y a dónde vamos. Es la huella digital de la creación; un nexo de unión entre lo evidente y lo no evidente, lo manifiesto y lo no manifiesto, lo finito y lo infinito….

Por lo tanto, es fácil comprender que la geometría sagrada simboliza la ordenación inteligente del universo, cuyo objetivo es lograr la armonía, el equilibrio y el correcto fluir de la energía en los niveles: físico, emocional, mental y espiritual. Y, por otro lado, la puesta en contacto con las deidades espirituales universales.

 

La geometría sagrada es una ciencia antigua que ahonda sus raíces en el conocimiento egipcio. Sin embargo, la palabra geometría proviene del griego y se compone de dos palabras: geo, que es tierra, y metría, que significa medida; el sentir de la tierra así como nuestro propio sentir.

Por ello, la geometría sagrada, basada en la concepción bíblica del hombre como creación a imagen y semejanza de Dios no se ata únicamente sobre las figuras geométricas obtenidas a la manera clásica con escuadra y compás, sino también de las relaciones armónicas del cuerpo humano, de la estructura de los animales y las plantas, de las formas de los cristales y de todas las manifestaciones de las formas del Universo.

Para Carl Gustav Jung –discípulo de Sigmund Freud-, un mandala es un arquetipo que representa los contenidos de conciencia de una persona, la manera como codifica la luz del conocimiento.

En Simbología sagrada, el lector tendrá oportunidad de comprender algunos de los secretos que, desde tiempos ancestrales, han permanecido ocultos a los ojos del ser humano, y sólo desvelas a través de las claves de los signos. Recordemos que, en todas las culturas, se repiten siete formas análogas (el punto, la línea, el triángulo, el cuadrado, la cruz, el pentágono y el círculo); en torno a estos signos se han ido desarrollando la mayoría de las ideas que han movido a las gentes a transmitir sus pensamientos, sus formas de expresión. A tenor de ello, los cinco sólidos platónicos serían: el tetraedro, relacionado con el fuego y vinculado con la sabiduría; el cubo, expresión de la tierra y representación del secreto del mundo natural; el octaedro, con el aire, signo de la perfección de la materia por el espíritu; el icosaedro, con el agua, como representación del elemento masculino, y el dodecaedro, con el éter (espíritu), es la energía que nos regala el universo, expresión del poder femenino y la forma madre.

 

Los símbolos han acompañado al ser humano desde los albores de su historia, cuando éste sintió por primera vez la necesidad de saber cuál era el sentido de su existencia. Las religiones primitivas nacieron de la mano de las primeras preguntas existenciales y, poco a poco, encontraron en el lenguaje de los símbolos la mejor vía para transmitir todo el conocimiento espiritual que creían atesorar. Pero ese conocimiento sagrado solo debía ser accesible para unos pocos iniciados, y por eso a menudo los símbolos son tan herméticos y velados que pueden incluso pasar inadvertidos, y casi siempre son difíciles de comprender.

Desde las enigmáticas Líneas Ley, que gobernaron la esencia espiritual de los pueblos de la antigüedad, a través de enclaves energéticos trazados en sentido longitudinal, hasta los misterios de la Danza de la Muerte, en el otoño medieval, pasando por montañas sagradas, ritos de muerte, los ríos de piedra, las aulas del conocimiento druídico, la concepción áurea, el mal de ojo, el mixvé, o baño ritual hebreo, el orante de Pedret (Berguedà, Barcelona), la psicostasis, los hombres verdes, las linternas de los muertos, los esconjuraderos, el juego de la oca, el octógono radiante, las vírgenes negras, la cruz de las ocho beatitudes, el fresno y otras claves enigmáticas del Temple; los misterios de la alquimia, o los símbolos del catarismo…; son algunos de los conceptos que se describen, siguiendo un orden cronológico de civilizaciones en el desarrollo de este ensayo, toda una enciclopedia de obligada consulta, como libro clave para conocer y comprender algunos de los enigmas que han estado siempre latentes en las entrañas de los mitos de las civilizaciones.

 

Pero no se trata sólo de una enumeración de claves, en las páginas de esta Enciclopedia, el lector tendrá oportunidad de analizar el por qué de otros conceptos, a través de una sencilla explicación sobre la naturaleza de cada civilización, y el papel decisivo que tuvieron las religiones desde los albores de la humanidad. Al final de cada capítulo, un glosario de términos terminará por enriquecer los conocimientos de la cultura en cuestión.

Dentro del cristianismo, se cita el catarismo, como corriente religiosa que generaría una cruzada en el seno de la Europa medieval. Debemos a Zaratustra, el primer profeta y poeta que concibió las creencias chamánicas y védicas de las tribus nómadas del espacio indoeuropeo de la antigua Persia y las planicies centroasiáticas, la creación del concepto de la dualidad. Zaratustra, también conocido como el ser de la luz dorada, fue, al mismo tiempo, el “inventor” del monoteísmo y fundador de la primera religión de credo revelado. Su legendaria vida nos describe un personaje milagroso y mágico, pero también humano y mortal, que supo imponer una nueva religión –el mazdeísmo”-, basada en el respeto a todos los seres vivos, la adoración del fuego sagrado y el cántico de los gathas. El catarismo medieval que, a través del maniqueísmo y del bogomilismo, recogió toda la esencia filosófica y espiritual del pensamiento zoroastrista, entroncándolo con el cristianismo anterior a Constantino, haría tambalear los cimientos del Vaticano; por ello, a la Iglesia oficial sólo le quedó el recurso de la cruzada, que causaría más de un millón de muertos en las fértiles tierras occitanas, desde 1209 a 1321.

En las páginas de Simbología sagrada, el lector tendrá oportunidad de comprender también los significados ocultos que aparecen en la Biblia, ¿qué secretos atesoran las imponentes catedrales góticas? Las claves ocultas de la rosa sexifolia, o flor de la vida, y ¿qué mensajes esconden esa mítica flor de seis pétalos cuando aparecen en su forma múltiple?

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Pies de las ilustraciones

1. Portada del ensayo: “Simbología sagrada” (Las claves ocultas de la historia de las religiones), editado por Diversa Ed.

2. Rosa sexifolia múltiple, colocada en uno de los puntos energéticos más potentes del Conventual santiaguista, de Calera de León (Badajoz)

1. Representación alquímica del ouroboros, la serpiente que se muerde su propia cola; símbolo de la evolución cíclica del universo. Los colores también desarrollan un importante mensaje: el verde es la representación de la iniciación, mientras que el rojo está asociado con el objetivo de la Gran Obra. Las letras las vemos representadas en grabados como el de la puerta de una casa medieval de Beceite (Teruel).

2. La Cruz de las Ocho Beatitudes fue la más enigmática para los templarios, porque se utilizó para enviar mensajes encriptados; la cual hemos visto grabada en diferentes lugares de la geografía hispana, como el de la imagen, correspondiente a una vivienda de la localidad de Fuentespalda (Teruel).