Las estrellas salieron a las 3 de la tarde en Petare
CARACAS: Con ganas de seducir con su encanto al despropósito, mientras la circunstancia cargosa ocurre o se encarama, ojalá, un país ocurrente persiste y, le sale al paso. País pertinaz y que salta a la vista, en el que hay pensadores, creadores y devotos de la gestión pública que deriva en ciudadanía, en la convocatoria las artes comparten batuta y orquestan formas, coincidencias, tono en el proyecto de montar bisagras en la postal fragmentada. País de variadas voces, hay hacedores inquietos diferentes, jamás indiferentes, con maravillas entre manos.
Aplaudidos en el Festival de la Lectura de Chacao, en el Planetario del Parque del Este –“el aplauso fue general, con y sin uniforme”-, y aquí y allá, el ensamble vocal polifónico La Sarabanda desde hace 14 años es parte de ese país que desde el talento asume el compromiso con el momento, que fomenta la paz con la frente en alto –así cantan-, que cree que el arte es sentimiento vital –“todos sentimos”-, y así lo defienden. Agrupación que se crece ante las dificultades -literalmente cada vez la integran más vocalistas e instrumentistas cautivados por su marca de origen, la música antigua, “esa que se escucha cada vez con más atención, o mejor aún, con más gusto, desde el acento folclórico e indie”-, La Sarabanda ofreció una singular presentación el pasado 11 de julio, a las 3 de la tarde, en el Casco Histórico de Petare, en Caracas, Venezuela.
Singular es poco. Se llamaba Bajo las estrellas, y siendo de día, el recital incluía un repertorio de temas que le cantan a lo que vivimos, que hacen de espejo, en medio de una performance que, contra viento y marea, permitió ver las estrellas en el techo del Teatro César Rengifo, “las estrellas que hemos perdido porque, debido al pendenciero contexto, los ciudadanos nos hemos quedado sin noche”. Dirigidos por Alexander Hudec –un resumen biográfico suyo dirá: músico, maestro, director y cantante, renacentista urbano, gallardo, tenaz, soñador, caraqueño y choroninero-, la actuación de la agrupación vocal e instrumental describió la circunstancia oscura y la posibilidad de que no se extinga la luz. Que se recargue.
Con más de 40 músicos en escena, junto a una representación de niños de la Cantoría de Petare, taller que imparte Fundalamas a más de cien niños del Colegio Martin Tovar y Tovar, la tarde con La Sarabanda regaló claridad. Director también del núcleo infantil de La Camerata de Caracas que dirige la músico y dama patrimonial caraqueña Isabel Palacios -niños de 6 a 11 de zonas populares, La Vega, Catia, San Agustín Norte y dos núcleos en Petare-, Alexander Hudec se ufana del contenido de la propuesta y de la belleza del espectáculo que combina diferentes texturas: artes visuales y música, belleza y poesía. En Bajo las Estrellas se interpretaron temas de celebérrimas bandas como Bastille, Mika, Florence and the Machine, Of Monster and Men, y fue protagonista también la palabra: se citó a Cruz Salmerón Acosta, José Antonio Ramos Sucre, Antoine Saint-Exupéry y José Ignacio Cabrujas, según el guión de José Alberto Chacón.
Creación para hacerle frente al miedo –“No se puede encontrar la paz evitando la vida, decía Virginia Wolf”-, los artistas intentan que su trabajo sea antídoto contra el desaliento que produce el hambre y la pérdida infligida por odiosas manos, y lo dedican a la esperanza, “porque queremos volver a caminar bajo las estrellas, juntos, de la mano, y que la noche inmensa vuelva a nuestra ciudad”.
Photo Credits: Kim MyoungSung