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La República del Este: aproximaciones y periferias

Esciciones, violencias y concilios

     “La literatura que no descubra a este país es de otro país ─un país inexistente─”

Caupolicán Ovalles

 

 Origen del grupo

En Venezuela una de las grandes labores que ha ido quedando en el olvido es el análisis del discurso del grupo La República del Este, tanto de sus figuras individuales como de sus realizaciones colectivas. Para empezar, definamos su origen a través de uno de sus presidentes más emblemáticos, Caupolicán Ovalles. Según este, en una entrevista que le hiciese Mary Ferrero, publicada en el 1er número de la Revista (junio de 1980): “La República del Este nace, en realidad, como la conclusión de varios intentos de asociaciones y de experiencias de grupos literarios, entre ellos la lógica línea que va de Sardio al Techo de la Ballena, del Techo de la Ballena a Sol Cuello Cortado, y de éste al grupo Pandilla de Lautrémont». Agrega Ovalles que, tras la desintegración de El Techo de la Ballena (el cual a su vez había surgido de la desintegración del grupo Sardio, como consecuencia de las diversas posturas de sus miembros ante la Revolución Cubana y la guerrilla en el país) Carlos Noguera, José Barroeta, Luis Camilo Guevara, Mario Abreu, Víctor Valera Mora, Elí Galindo y él empezaron a reunirse en Sabana Grande, integrando así la Pandilla Lautrémont, y que “para no tener conflictos de tipo grupal inventamos que existía un sitio ideal donde nosotros nos encontrábamos, al que llamábamos República del Este”.

 

Caupolican Ovalles

 

Cuto Lamache, por su parte, en un artículo publicado en el 1er número de la revista, “La letra con whisky entra”, escribió: “¿Quiénes son, de dónde vienen y qué se proponen los republicanos del Este? Yo diría que son hijos del aburrimiento, que vienen de la frustración y que se proponen lanzar su propio grito. Explico. El país es un inmenso tedio, su democracia un engaño público y su porvenir una evidente incógnita. Sus militantes no vienen de la noche, como podría pretender el poeta Vicente Gerbasi, sino de la deplorable realidad que casi hace de ellos una generación postergada, como en vía de sacrificio, obstaculizada por las barreras de una mediocridad repetidoramente servil de cánones caducos, seguidora incondicional de caciques achacosos, sobrecargados de merecimientos, con cuyos bastones se propone, a su vez, eternizarse en la conducción del país”. Desde el título del artículo se advierte uno de los tópicos centrales de este grupo, el cual, como se verá más adelante, producirá numerosas críticas e incluso metáforas sobre el próspero fracaso del país en esos años (y sus posteriores crisis sucesivas): el alcohol y la ebriedad. Además, señalamos la palabra frustración, enseguida retomada.

Esta poética de la ebriedad es una postura anticipada años antes, y sostenida con lucidez, por Caupolicán Ovalles en su libro ¿Duerme usted, señor presidente?, publicado en 1962 por las Ediciones del Techo de la Ballena, en el cual atacaba al entonces presidente Rómulo Betancourt. Sin duda, es indispensable estudiar a fondo las publicaciones colectivas y las trayectorias individuales de este grupo de republicanos para entender las razones por las cuales atacaban a una incipiente democracia, y cómo. La represión a partidos de izquierda, como el MIR (Movimiento de Izquierda Revolucionario), donde militaron, entre otros, Moisés Moleiro y el poeta Rafael José Muñoz, o el PCV (Partido Comunista de Venezuela), que terminaría en derramamientos de sangre (El Carupanazo, El Porteñazo, entre muchos otros) y su exclusión legal de la vida pública (Pacto de Punto Fijo), serían hechos que, a partir de 1958, constituirían la llamada “década violenta”. Para Ludovico Silva, las alucinaciones fantasmagóricas de un hablante atormentado en los primeros libros de poesía de Francisco Pérez Perdomo serían producto de esos años. La relación escritura/realidad, como veremos, tenía lazos estrechos.

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