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Alan Riquelme
Alan Riquelme

La renuncia

Renuncio a la lucha. Renuncio.
No hay manera ni motivo.

Renuncio a estar dividiendo
y a estar dividido.
Renuncio a desenmascarar a los tiranos.

¡Renuncio, renuncio, renuncio!

No hay salida.
Renuncio a la consciencia de clase. Renuncio al amor, al bienestar;
y renuncio a la familia.
Renuncio a la vergüenza.
Renuncio a mendigar por el amor de mis padres; y por el reconocimiento de mis hijos. Renuncio al asado, al fútbol
y al alcohol.
Renuncio a la amistad, a la hermandad
y a la buena compañía.

¡Renuncio, renuncio, renuncio!

Renuncio a la libertad, y al libertinaje. Renuncio a la opresión. Renuncio al tuco y a la filosofía. Renuncio a las doctrinas. Renuncio al trabajo y a la escuela. Renuncio a querer a la señorita. Renuncio al juego, al sexo
y a la buena música de las pantallas. Renuncio al pan nuestro de cada día. Renuncio a ser respetuoso y educado.

Renuncio a ser titulado. Renuncio a ser buen vecino. Renuncio a ostentar sabiduría y al banco que me guía. Renuncio a la opulencia. Renuncio a la buena vida. Renuncio a verme atractivo, a andar calzado
y a vivir en sintonía. Renuncio a los libros,
a la salud y al entendimiento. ¡Y renuncio a la porquería!

Renuncio a avanzar. Renuncio a mi cartilla de vacunación, al calor de la estufa en mi trasero,
a estar al derecho y al revés. Renuncio al Kevin, a Carolina Herrera y al Paco Rabanne. Renuncio a oler a perfume francés

¡RENUNCIO!
Renuncio hoy, porque lo hice siempre. Renuncio y sigo renunciando. Porque renunciar
es lo único que sé hacer.
Al fin y al cabo,
renunciar
es lo único que me sale bien.


Photo by: Alan Riquelme

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